América, Política

Rusia no se conmueve demasiado ante los pedidos de auxilio de Nicolás Maduro

Después de tres días de inmersión en la capital rusa, Nicolás Maduro anunció haber obtenido un “compromiso de inversión” del orden de los 6 mil millones de dólares.


La conocida incapacidad de gestión del presidente de Venezuela y la adopción del“modelo” socialista, Nicolás Maduro, han llevado a su país a una crisis económica de proporciones, como contrapartida de la cual, Venezuela enfrenta dificultades cada vez más grandes cuando trata de financiarse en el exterior.
 
Ocurre que los acreedores normalmente no están dispuestos a sostener el caos. Por esto, Nicolás Maduro salió presuroso en dirección a Moscú, en busca de auxilio. Lo hizo en busca de que su padrino político, Vladimir Putin, le tienda una mano.
 
Después de tres días de inmersión en la capital rusa, Nicolás Maduro anunció haber obtenido un “compromiso de inversión” del orden de los 6 mil millones de dólares. Se trata, aparentemente, de promesas de inversión en los sectores petrolero y minero, sumadas a la voluntad de exportar seiscientas mil toneladas de trigo para cubrir las necesidades venezolanas del año próximo. A lo que se suma el pesado compromiso venezolano de continuar comprando armamentos de fabricación rusa, con los que ya es un país armado hasta los dientes. Distinto, en nuestra región, por su perfil belicista.
 
Pero apenas terminado el periplo ruso de Nicolás Maduro empezaron las dudas y desconfianzas. La inversión que presuntamente haría Rosneft, la mayor petrolera privada rusa, sería tan sólo “un pago por adelantado” de compras de petróleo crudo venezolano. Se utilizaría también para evitar la constante pérdida de eficiencia del sistema productivo de los hidrocarburos venezolanos, que cada vez produce volúmenes menores.
 
Una cosa es, entonces, lo anunciado por Maduro, y otra bien distinta, la realidad. No es fácil confiar en Maduro, ni en su palabra. Es, más bien, un riesgo. Elevado, por lo demás.
 
Como complemento de los pagos que deberá realizar, Nicolás Maduro sigue formulando verborrágicas expresiones de apoyo a la anexión rusa de Crimea y Sebastopol. Se trata de expresiones que prácticamente no tienen imitadores y que sólo se comprenden ante el genuflexo“estado de necesidad” que atraviesa Venezuela.
 
Las líneas de asistencia que le quedan a Maduro tienen que ver con compradores de hidrocarburos no sólo rusos, sino también chinos. Siemprecon pago en crudo y, de pronto, también con negocios conjuntos realizados con Irán.
 
Mientras tanto, Nicolás Maduro puede haber recibido una buena noticia, exteriorizada con la invitación del nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para que Maduro estuviera en su reciente toma de posesión como presidente mexicano.
 
Hasta ahora la región, a través del llamado “Grupo de Lima”, que incluía la presencia de México, había apuntado a “aislar” a Nicolás Maduro. No es imposible que el izquierdista nuevo presidente mexicano esté encabezando un preocupante cambio de actitud de su país con relación a la dictadura que encabeza Nicolás Maduro. Más flexible.
 
Sería un serio error, cuyo costo sería nada menos que la unidad regional respecto del autoritarismo venezolano. Y la desconfianza respecto de México de los gobiernos de la región que no apoyan a Nicolás Maduro.
 
No es imposible que la cercanía política de Cuba con el nuevo presidente mexicano haya sido también una de las razones para elcambio de actitud del país azteca que, respecto de Venezuela, se ha “deslatinoamericanizado”.
 
Mientras tanto, Rusia está sumando sus bombarderos más modernos (los Tu-160) a los aviones militares del país caribeño en ejercicios militares conjuntos con vista a la “defensa” de Venezuela. Esto último es un inesperado cachetazo al “Grupo de Lima”, que tendrá un costo, medido en la natural reacción adversa que la abierta y provocadora injerencia militar rusa en nuestra región genera.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

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