Oriente Próximo, Política

Turquía: Crisis gubernamental en nombre del laicismo

Laicismo vs islamismo moderado es una de las dialécticas con las que podemos definir la situación política que vive actualmente Turquía y que refrenda el carácter dual de este país.

EDITORIAL

Desde Ataturk, la religión ocupaba un lugar importante dentro de la esfera privada e íntima de los turcos. Sin embargo, esta situación comenzó a verse alterada con la  llegada al gobierno de AKP en 2002. A partir de ese momento, una de las constantes que ha marcado el discurrir del gobierno ha sido el intento de islamizar el desarrollo ordinario de la sociedad bajo el pretexto de que los valores islámicos tradicionales se estaban perdiendo. Ante esta tesis, los representantes del laicismo, liderados por el poder judicial, han hecho valer su punto de vista diametralmente contrario al gubernamental.


 


En efecto, frente a la que viene siendo la postura recurrente y que consiste en recular ante el Islam, la Judicatura turca, con el apoyo en la sombra del ejército, ha irrumpido en defensa del laicismo lo que en este caso viene a ser sinónimo de la libertad religiosa. En este sentido, la reacción del Tribunal Constitucional turco ha ido mucho más allá del pragmatismo, esto es, su defensa del laicismo se halla por encima de la crisis gubernamental que puede provocarse, ya que ha pedido la inhabilitación de los máximos representantes del poder político turco, el Primer Ministro Erdogan y del Presidente Abdullah Gul (junto con 71 diputados más del AKP).


 


El resultado es una crisis de consecuencias impredecibles y sin fecha de finalización  que afectará a temas recurrentes del inmediato futuro turco como el ingreso en la Unión Europea o algunos que exigen urgente solución y sobre los que ha pasado por alto el gobierno de Erdogan como por ejemplo: el deficiente funcionamiento de la Administración pública, el déficit en la observancia de los derechos humanos y de las minorías que habitan en su territorio o la libertad de prensa.


 


Sin embargo, se trata de una crisis que afecta más a los poderes del Estado que a la sociedad en sí, lo cual habla muy positivamente de la madurez de ésta pues en ningún caso se ha levantado en manifestaciones o disturbios contra la medida del poder judicial.


 


En definitiva, la reacción de la Judicatura turca no hay que verla como una ofensa hacia el Islam sino como una defensa velada, radical y sin complejos del que ha sido el pilar sobre el que se ha sustentado la República: el laicismo. Éste en ningún caso niega la religión sino que la relega a su lugar natural: la esfera de la privacidad de las personas, el de su capacidad para elegir.


 


 

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