Oriente Próximo, Pensamiento y Cultura

Arabia Saudita sale en busca de los turistas

Arabia Saudita es uno de los países socialmente menos abiertos del mundo. Y, lamentablemente, también uno de los que peor trata a las mujeres. Con esos dos tan particulares vectores sociales, no sorprende que hasta ahora el país no haya sido nada atractivo para el turismo.


A lo que se suma el castigo real de sufrir el calor reinante, que es realmente sofocante e insoportable en una buena parte del año. Parados en el desierto, los turistas sienten -en la época calurosa del año- como el calor, que durante el día sube permanentemente desde de la arena, atraviesa las suelas de su calzado, sensación que no es necesariamente agradable y es propia de los países del Golfo.

Pero el incansable príncipe heredero saudita cree que, pese a ello, los recursos naturales del reino cuentan con playas e islas de extraordinaria belleza que podrían atraer al turismo masivo si, de pronto, se contara con la necesaria infraestructura hotelera y turística, en general. Con enormes recursos económicos dedicados ya a ello, Arabia Saudita está construyéndola activamente. Y acaba de anunciar que su país conferirá en adelante visas de turismo, lo que hasta ahora no era prioritario.

En particular, las visas sauditas estaban casi reservadas para los peregrinos religiosos, para los que asistían a eventos culturales o deportivos y para los trabajadores que residen en el país como “expatriados”. Estas iniciativas forman ciertamente parte de la visión del príncipe Mohammed Ben Salmane de lo que imagina será el futuro “post-petrolero” de su desértico, pero riquísimo, país.

Arabia Saudita, cabe recordar, cuenta con nada menos que cinco sitios que la UNESCO ha declarado ya como incluidos en el llamado “patrimonio universal” de la humanidad, algunos de los cuales son de la época en la que se construyera la monumental Petra. Fenomenales, entonces.

Esas visas de turismo serán emitidas electrónicamente a los ciudadanos de 49 países que conforman una lista inicial de beneficiarios, la que seguramente habrá de ser ampliada con el devenir del tiempo.

Para estimular el turismo, Arabia Saudita permitirá además que las mujeres extranjeras que lo visiten como turistas no estén obligadas a usar el “abaya”, una suerte de tapado que cubre el cuerpo de las mujeres locales, disimulando -con un manto de discreción- sus curvas naturales.

Pero deberán evitar, siempre y en todo lugar público, los vestidos impúdicos, de lo que seguramente se encargará la dura policía religiosa local. Hace muy poco, las mujeres sauditas fueron autorizadas a conducir automóviles y a poder moverse en el exterior, sin contar con la presencia constante de un custodio o guardián masculino.

Habrá que ver cómo se resuelve el particular tema del alcohol, que en Arabia Saudita está absolutamente prohibido en los ámbitos públicos. Y cómo se disimula el impacto adverso del reciente asesinato del periodista local Jamal Khashoggi, de manera particularmente cruel y absolutamente repulsiva. Ambas cosas no son, para nada, estimulantes para quienes desean visitar el reino como turistas. Todo lo contrario.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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