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La economía favorece a Benjamín Netanyahu en las elecciones israelíes

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su partido político, el Likud, aparecen como favoritos para imponerse en las próximas elecciones de Israel, que tendrán lugar el 9 de abril venidero.


El factor que pareciera prevalecer a favor de Netanyahu parece tener que ver esencialmente con el buen estado de la economía de Israel. El actual primer ministro conduce –con mano firme- al gobierno de su país desde el 2009 y desde entonces la economía ha funcionado adecuadamente, razón por la cual se oye a muchos denominar al período en que Netanyahu ha gobernado a Israel como “la década de oro”.
 
El desempleo supera escasamente el 4%. Los ingresos son altos, el déficit fiscal se ha reducido y la economía israelí atrae la inversión extranjera, muy particularmente en su exitoso sector tecnológico. Pocos recuerdan la histeria provocada por la hiperinflación de la década de los 80, que hasta obligara a Israel a cambiar su moneda. Muchos sostienen que, mientras Netanyahu mantenga en sus manos el timón de Israel, la situación económica continuará siendo buena. El actual primer ministro, cabe recordar, fue ministro de finanzas de su país entre el 2003 y el 2005.
 
En la campaña electoral las discusiones económicas centrales, en consecuencia, no parecen estar en el centro del escenario. La seguridad personal, no obstante, sigue instalada como una cuestión que siempre debe seguirse muy de cerca.
 
Netanyahyu recortó los subsidios para los desempleados y la asistencia a la niñez. Empujó las privatizaciones y procuró controlar estrictamente el gasto público. Diez años después de comenzada esa política, sus resultados positivos están a la vista. Hay quienes sostienen que, además, la fuerte inmigración rusa de la década de los 90 hizo posible que Israel pudiera pisar el acelerador en el sector tecnológico, dejando de lado el apoyo casi excluyente que en su momento recibiera la industria textil. Lo cierto es que Israel lleva ya toda una década creciendo a un ritmo algo superior al 3% anual.
 
Como resultado de la realidad económica, los partidarios de una economía abierta y regulada fundamentalmente por el mercado han crecido y, en paralelo, los “estatistas” ya no tienen el viento de cola del que alguna vez gozaran.
 
Pero no todo reluce en la economía de Israel. También hay algunas dificultades. Por ejemplo, hay quejas por la disminución de los subsidios sociales, a las que se suma la disconformidad por los precios elevados del sector inmobiliario que tienen un impacto fuerte en los ingresos de la población. El tema de la vivienda, aún no resuelto, genera protestas desde el 2011. Por razones estratégicas también las privatizaciones tienen sus límites, el sector del gas natural es un ejemplo de ello. Otro tema que todavía genera alguna disconformidad tiene que ver con el precio de los alimentos que, en Israel supera todavía el promedio de la OECD.
 
Si es cierto aquello de que, al tiempo de sufragar, el bolsillo tiene un impacto importante, la bonanza económica israelí está favoreciendo a quien a lo largo de una década, ha sido el responsable principal del buen estado de la economía israelí. No es poco y afecta a todos.
 
Por esto los observadores sostienen, en su mayoría, que el actual estado de cosas apuntala con firmeza la candidatura de Benjamin Netanyahu, un duro quizás, pero por sobre todas las cosas, un político coherente a quien, cuando se lo mide por sus resultados, muchos admiran.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

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