“Acaban de votar los españoles para el parlamento europeo, dos meses después de unas elecciones generales marcadas por el espanto del peor atentado terrorista de la historia de España…”
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Martes, 08 de octubre 2024
“Acaban de votar los españoles para el parlamento europeo, dos meses después de unas elecciones generales marcadas por el espanto del peor atentado terrorista de la historia de España…”
Acaban de votar los españoles para el parlamento europeo, dos meses después de
unas elecciones generales marcadas por el espanto del peor atentado terrorista
de la historia de España. Nada hacía prever, entonces, la gran sorpresa que
luego se produjo con la derrota del partido de gobierno, del partido popular. Un
gobierno y un partido que ofrecían a los españoles un notable balance en casi
todos los aspectos. La guerra de Irak fue uno de los principales argumentos de
la campaña. También lo fue en las pasadas elecciones locales y autonómicas sin
que finalmente tuviera mucho peso en el resultado final. Después del 14 M hemos
vivido dos meses de análisis de los resultados. El más extendido por la clase
política y los “opinadores” es que España pasó factura al PP por la guerra de
Irak.
Las europeas de ayer debían confirmar esto y respaldar la posición
del nuevo gobierno y sus medidas urgentes para variar la posición internacional
de España. Era el mandato de las urnas y había que cumplir los compromisos.
Desde el gobierno se había pedido a los ciudadanos una respuesta masiva de apoyo
a la nueva política exterior y se había llamado desesperadamente a la
participación. Como si la mayor participación pudiera asegurar el triunfo de
unas siglas frente a otras. Nada de esto se ha cumplido finalmente. Se ha
registrado la menor participación en la historia de las elecciones democráticas
en España y ha ganado, aunque por muy estrecho margen, el partido del gobierno.
Los sondeos, encuestas y previsiones previas aseguraban una victoria amplia del
PSOE frente al PP. Sólo 300.000 votos les han separado y dos puntos
porcentuales. La guerra de Irak no ha influido finalmente tanto como algunos
vaticinaban. El PSOE no ha rentabilizado su posición en el tema, como
seguramente esperaba. El PP no ha sufrido tanto por ello como seguramente
temía.
Si miramos al resto de Europa, la jornada de ayer confirma
igualmente todo esto. En el Reino Unido, Blair , gran defensor de la guerra, no
ha perdido. Los resultados provisionales le dan una ajustada victoria sobre los
conservadores. En Francia, Chirac, gran paladín contra la guerra de Irak, ha
perdido estrepitosamente. En Alemania, Schroeder y su partido socialista han
sufrido un verdadero descalabro a pesar de haberse distinguido con gran pasión y
alardes contra la guerra de Irak. Berlusconi, en Italia, que mantuvo una
posición discreta en la esfera internacional, ha perdido por estrecho margen.
Los resultados provisionales, hablan, como en España, de casi un empate técnico.
Parece que el PPE, partido popular europeo, ha conseguido para el centro derecha
una victoria clara, sobre la izquierda de los partidos socialistas
europeos.
Entonces, ¿qué pasó en España el pasado 14 de marzo?. España
votó conmocionada por el 11 M. El 11, 12, 13 e incluso el propio 14 de marzo,
jornada electoral, los españoles asistimos a la gran manipulación interesada de
una gran mentira: los atentados eran consecuencia directa de la posición del
gobierno del PP, de Aznar, en la guerra de Irak. El castigo era previsible. Por
eso, la gran pregunta de los españoles esos días era: ¿se sabe ya quien ha sido?
La pregunta tuvo respuesta puntual a través de las comparecencias del ministro
del interior y desde la impresión inicial de la autoría de ETA, los españoles
supieron que todo apuntaba a que había sido el terrorismo islamista. La
movilización del voto de castigo fue espectacular y el PSOE de Zapatero ganó
unas elecciones que tenía perdidas. En plena campaña electoral del 14 M, Alfredo
Pérez Rubalcaba concedía una entrevista a El País. Dos semanas antes de los
atentados. El rotativo madrileño tituló: “un atentado de ETA beneficiaria al
PP”. En el interior de la entrevista, Rubalcaba, insinuaba que otro tipo de
atentados no beneficiaria al gobierno del PP en la misma medida. La
“inteligencia” del entonces, principal partido de la oposición sabía muy bien lo
que había que hacer en el caso que un suceso de estas características empañara
la campaña electoral. Lo hicieron con extraordinaria eficacia. Era su gran
oportunidad. El terreno se había preparado previamente, pues aún estando la
mayoría de los españoles contra la guerra y por la paz, lo cual es perfectamente
lógico y natural, eran muchos los que opinaban todavía: “el gobierno sabe lo que
hace, si Aznar hace esto por algo será…”. Sólo hacía falta deslizar como posible
que el terrorismo islamista atentaría contra España debido a la posición del
gobierno de Aznar, una posición equivocada y peligrosa “que traería graves
consecuencias”. A eso se dedicaron muchos, con insistencia, durante muchos meses
antes de las elecciones y por eso proclamaron a los cuatro vientos cuando la
oportunidad se produjo: ¡el gobierno ha mentido! No podía ser ETA, tenían que
ser otros. Los resultados electorales dependían de ello. Después: “los
ciudadanos han castigado a un gobierno que nos metió en la guerra”, “los
ciudadanos han castigado a un gobierno que nos ha mentido”…La gran mentira era
ya la gran verdad. Los hechos confirmaban los vaticinios. El gobierno perdió.
Los ciudadanos apostaron por una nueva mayoría minoritaria. Es la grandeza de la
democracia. La democracia es también un estado de opinión y hay que ganar la
opinión para ganar en democracia. Cuando la opinión se gana con mentira y
manipulación, en democracia, acaba sabiéndose y, si no se restringen las
libertades individuales (tentación totalitaria siempre presente en los
totalitarios), se paga en las urnas. Nada es eterno.
Ahora sabemos, sin
embargo, que los atentados se planificaron hace dos años y medio, cuando España
no estaba en la guerra de Irak. Sabemos que también han querido atentar en
Francia… y sobre todo sabemos que la “pretendida” guerra de Irak, si no fuera
por los atentados del 11 M, no hubiera influido tanto en los resultados
electorales en España, como no lo ha hecho en el resto de Europa. Lo hemos visto
ayer. La gran mentira se ha puesto al descubierto. Durante dos meses el actual
gobierno ha tomado decisiones en función de un análisis de resultados
electorales que le convenía para seguir manteniendo esa gran mentira. Pero las
razones de ese apoyo electoral no se corresponden con la realidad. El PP hubiera
sido barrido de las urnas. El terrorismo islamista es una amenaza real, no
inventada y no es consecuencia de la guerra de Irak y tampoco es consecuencia de
la posición de Estados Unidos y su presidente al que se ha vilipendiado e
insultado en esta campaña. Su principal opositor electoral mantiene las mismas
posiciones. Un gobierno serio no puede dar pábulo a viejos e inveterados
rencores patrios y tampoco dar cancha a recalcitrantes comunistas radicales
disfrazados de pacifistas y antiglobalizadores.
En fin y en cualquier
caso y como consecuencia de todo ello, tenemos un gobierno legítimo y
democrático que debe gobernar para todos con prudencia y reflexión y una
oposición principal, consolidada y con gran apoyo ciudadano. Ambos deben hacer
autocrítica. PP y PSOE tiene similar apoyo, las minorías radicales tienen menos.
PP y PSOE han logrado 48 de 54 escaños. El PP mantiene sus apoyos en la gran
mayoría de las 17 Comunidades de España, el PSOE en Andalucía, Extremadura,
Aragón, Asturias y Cataluña. La Política exterior de un país debe ser
concertada. No es cosa de jugar. La “cuestión” de España planteada por las
minorías nacionalistas debe ser igualmente concertada. No es cosa de jugar.
Antes le correspondía al gobierno del PP la iniciativa y una mayor
responsabilidad. Ahora le corresponde a Zapatero. Antes y ahora, la
responsabilidad es de todos. Por cierto, las minorías nacionalistas también
tienen responsabilidad en todo esto.
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