Economía y Sociedad, Oriente Próximo

La Lira -la moneda turca- en “caída libre” y el inusual “remedio” que recomienda el partido del presidente Erdogan

…acaban de recibir de sus propias autoridades nacionales una tan breve como insólita recomendación: “coman menos”…



Para muchos argentinos, en lenguaje coloquial ciertamente, un “turco” es, en principio, créase o no, cualquier persona proveniente de Medio Oriente, con independencia del país concreto al que pertenezca.
 
Por eso, al ex presidente Carlos Saúl Menem, cuya familia proviene de Siria, lo llamaban, aunque sin demasiada maldad: “el turco Menem”.
 
Lo cierto es que la Argentina y Turquía poseen, desde hace por lo menos un par de décadas, algo muy peculiar en común: los dos países, que han acumulado una preocupante deuda externa, se han transformado en dos permanentes “dolores de cabeza” para la comunidad financiera internacional, que por cierto hoy desconfía abiertamente de ellos.
 
Los dos están, en consecuencia, siendo cuidadosamente observados como candidatos a posibles incumplimientos de sus obligaciones financieras con sus acreedores del exterior. Los dos viven con esa lamentable angustia flotando constantemente sobre sus respectivas cabezas.
 
Sus monedas, por la triste circunstancia apuntada, se desvalorizan y esfuman constantemente. Por momentos, con asombrosa velocidad.
 
Los turcos, sin embargo, acaban de recibir de sus propias autoridades nacionales una tan breve como insólita recomendación acerca de cómo enfrentar la situación apretada en la que viven: que se sintetiza en un raro mensaje: “coman menos”, según lo acaba de sugerir explícitamente el partido político del propio presidente actual, RecepTayyip Erdogan, que gobierna a Turquía desde hace ya dos largas décadas.
 
Increíble, quizás. Pero esa, y no otra, es la recomendación reciente emitida por el oficialismo en Turquía. Que, además, alimenta constantemente la difusión de oscuras teoríasde corte “conspiracionista”, que pretendidamente provienen del exterior y se achacan, livianamente, a los presuntos “enemigos” foráneos de Turquía.
 
Como sucede también en la Argentina (con los llamados “peronistas”) hay algo así como una tercera parte de la población turca que, se diga lo que se diga, apoya incondicionalmente al oficialismo. Haga lo que haga.
 
Pero, cuidado, algo bien raro acaba de suceder. Pese a tener que convivir y enfrentar a una tasa anual de inflación del orden del 20%, el Banco Central turco, revirtiendo su política reciente, ahora está bajando las tasas de interés, en una etapa a la que ha bautizado eufemísticamente de “guerra por la independencia económica”. Esto es lo que, asombrosamente, está ocurriendo, desde hace ya tres meses.
 
Cada vez es más difícil para los agentes económicos turcos ponerle precio a sus bienes y servicios. Por ello, ha llegado para ellos la conocida etapa de la “escasez”, que naturalmente afecta a todos los productores y consumidores turcos. Y que termina, los argentinos lo sabemos bien, paralizando a la economía.
 
La “lira” turca, como cabía suponer, se deprecia ya al ritmo febril de la acelerada inflación local, que algunos ya estiman en el orden del 30% anual. Y la tendencia es, por lo demás, hacia circunstancias que,desgraciadamente,habrán de acelerar esa depreciación.
 
Triste, por cierto. Pero, al menos “no estamos solos” en la desgracia. Ni en los manotones de ahogado. No es un consuelo, por cierto. Pero somos dos. 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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