Los inversores hacen bien en prestarle atención a las acciones del gobierno chino, pero aún es pronto para descartar un giro hacia políticas más pragmáticas.
Tanto en política como en los mercados financieros, predecir las próximas decisiones o los resultados electorales suele ser la parte más fácil. Lo verdaderamente complicado es anticipar cómo reaccionarán los participantes del mercado a esa nueva realidad. Pensemos, por ejemplo, en el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino que se clausuró esta semana y provocó caídas bursátiles, sobre todo entre las tecnológicas chinas. El Nasdaq Golden Dragon China, índice de valores chinos que cotizan en EE. UU., registró la peor sesión de su historia y ha perdido casi un 30% en un mes, llevándose por delante todo lo ganado desde 2006. Sin embargo, la realidad económica y política de China no es muy diferente de lo que se esperaba.[1]
Al colocar a sus partidarios más fieles en puestos clave, Xi Jinping ha consolidado su poder hasta niveles que no se veían en China desde la época de Mao Zedong.[2] Hasta hace poco, la China comunista se caracterizaba por normas (tanto escritas como no escritas) que actuaban, con mayor o menor eficacia, como equivalentes funcionales de los controles y equilibrios (checks and balances) occidentales.[3] Xi no solo ha desmantelado sistemáticamente estas normas a lo largo de la última década, sino que la concentración de poder en su persona y las concesiones políticas subyacentes encajan con las dinámicas de los regímenes euroasiáticos.[4] En concreto, el debilitamiento de los controles y equilibrios probablemente acelerará y facilitará la implementación de cualquier política que Xi decida poner en práctica. Aunque se ha hablado poco de esta cuestión, es probable que la reunión del nuevo Comité Central de Trabajo Económico, prevista para finales de diciembre, arroje más luz sobre las prioridades y los objetivos políticos para el año próximo.
No obstante, los inversores harán bien en prestarle más atención a las acciones del gobierno chino de lo que quizás lo hacían hasta hace poco.[5] Como puede verse en nuestro Gráfico de la Semana, el producto interior bruto (PIB) per cápita chino superó la media global el año pasado. China se sitúa a la vanguardia de varias nuevas tecnologías clave y su población en edad de trabajar se está reduciendo, por lo que su capacidad para seguir creciendo dependerá en gran medida del fomento de la innovación a nivel nacional.[6] En este sentido, tendremos que esperar para ver si Xi y su nuevo equipo pueden lograrlo. «Sin embargo, los objetivos estratégicos que ha enfatizado el partido (un mayor desarrollo, una mejor redistribución y defensa de la prosperidad) sugieren que las políticas probablemente incorporen consideraciones relativas al crecimiento económico y el desarrollo, lo que nos hace pensar que podrían ser más pragmáticas de lo que algunos temen», concluye Elke Speidel-Walz, economista jefe para mercados emergentes en DWS.
El producto interior bruto (PIB) per cápita chino superó la media global en 2021
Fuentes: Refinitiv Datastream, Banco Mundial, DWS Investment GmbH a octubre de 2022.
2.Xi Jinping’s men: Why China’s new politburo has spooked markets | Financial Times (ft.com)
3.Véanse, en concreto, Lieberthal K. y Lampton. D. (1992) «Bureaucracy, Politics and Decision-Making in Post-Mao China», University of California Press; Mertha, A. (2009) «Fragmented Authoritarianism 2.0: Political Pluralization in the Chinese Policy Process», The China Quarterly, número 200, páginas 995–1012.
4.Hale, H. (2015) «Patronal Politics: Eurasian Regime Dynamics in Comparative Perspective», Cambridge University Press.
5.Xi speaks, and investors listen, finally | Financial Times (ft.com)
6.https://www.economist.com/briefing/2022/10/13/china-and-the-west-are-in-a-race-to-foster-innovation
Elke Speidel-Walz, Chief Economist Emerging Markets de DWS.