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Foto: fundacionfaes.org

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José María Aznar: “Son tiempos dramáticos”

“… porque existe un riesgo cierto existencial para la continuidad de España como nación, como comunidad política de ciudadanos libres e iguales y como Estado bajo el imperio de la ley aplicada por jueces y tribunales independientes”

Intervención de José María Aznar en la inauguración del campus Faes 2023 este martes en Madrid:

“Después de este brillante inicio del Campus de la Fundación, quiero dirigiros unas palabras que empiezan con lo que hemos querido que fuera un homenaje a mi amigo -y el de muchos aquí-, un homenaje a mi colaborador, al patrono de la Fundación, y a un gran servidor público.

No es el único en esta sala. Javier Elorza conoce muy bien lo que es un compromiso incansable con su país que quiero reconocer y agradecer. El embajador Elorza es un arquetipo de lo que significa el servicio público.

Admirado y temido por su energía, su consistencia y la fuerza de sus posiciones desde las que tejió acuerdos extraordinariamente beneficiosos, la trayectoria de Javier Elorza nos recuerda que la fuerza de las convicciones y la determinación a la hora de defender las posiciones que se entienden justas no son obstáculo para alcanzar buenos compromisos, sino la condición necesaria para lograrlos.

Josep Piqué participó y muy directamente en los grandes objetivos europeos de nuestro país de aquella etapa. Una etapa que se inició con nuestra apuesta irreversible para entrar en el euro desde el primer momento -él era ministro de Industria en el primer gobierno que presidí y una personalidad muy destacada del equipo económico- y que concluye con la negociación del Tratado de Niza, la última negociación presupuestaria, y el impulso al espacio de libertad, seguridad y justicia. Aquellas fueron, como titula Elorza su magnífico libro, nuestras “picas en Flandes”. Y Josep Piqué estuvo allí.

Eso sí, aquellos eran tiempos en que los ministros viajaban a Bruselas para defender nuestros intereses y, entre otras cosas, para que los prófugos de la Justicia fueran entregados. Ahora los ministros, o más exactamente la vicepresidenta del Gobierno viaja a Bruselas para negociar con prófugos un Gobierno de España. Sin duda ha habido un cambio.

Echo en falta escuchar a Josep Piqué en estos momentos. Como catalán, como español y como un convencido europeísta. Y lo que es más triste, echo en falta una personalidad como Josep Piqué en la política española, una voz contra la degradación a la que se condena a las instituciones, una voz que dejaba en evidencia la política de vuelo corto y de levedad insoportable.

Josep Piqué dejaba ver en sus opiniones, en la forma de acercarse a los problemas, la amplitud de su visión política e histórica y su atención al entorno internacional que un país de la dimensión de España no podía ignorar. Era un hombre inteligente y sagaz, reconocido mas allá de fronteras ideológicas, con una capacidad de comunicación poco común, liberal y abierto tanto como firme en sus convicciones. Unas convicciones que no temía poner a prueba en una buena conversación, ya fuera con amigos o con adversarios políticos.

Hoy con su viuda Gloria entre nosotros, hemos querido, -y yo quiero personalmente- expresar nuestro recuerdo, nuestra gratitud y nuestra admiración por Josep Piqué.

Queridos amigos.

Afrontar esta coyuntura dramática para España sin Josep Piqué será más difícil, pero no menos necesario.

Son tiempos dramáticos porque existe un riesgo cierto existencial para la continuidad de España como nación, como comunidad política de ciudadanos libres e iguales y como Estado bajo el imperio de la ley aplicada por jueces y tribunales independientes.

Por muy espesa que sea la retórica embarrada que tenemos que sufrir, lo que está en marcha es una operación de desmantelamiento de la Constitución, de destrucción de su legitimidad, en definitiva, de reversión de una gran historia de éxito.

Los sucesivos gobiernos que han resultado de la alianza entre la izquierda y el secesionismo han dilapidado el capital político del consenso constitucional, hasta agotarlo. La entrega del socialismo al secesionismo a cambio de mantener el poder es por sí sólo el hecho más destructivo que hemos padecido en la política democrática y un ataque cotidiano contra la Constitución.

Porque el secesionismo motorizado por el Partido Socialista -sea lo que sea ahora este partido- cree haber encontrado su momento, aquel que marca el punto de no retorno hacia la destrucción de la Constitución.

El dilema al que nos enfrentamos es sencillo pero dramático. Sabemos los valores, las actitudes, las decisiones que reportaron a nuestro país el éxito histórico en democracia. Si destruimos esos valores, si negamos esas actitudes, si renunciamos a esas decisiones, el resultado será el fracaso.

Yo creo que España acumula energía cívica, institucionalidad y masa crítica nacional para impedir que este proyecto de deconstrucción constitucional, que este proyecto de disolución nacional se consume. Pero es preciso activar todas esas energías que en el marco de una contienda democrática y de afirmación del estado de Derecho tiene que plantar cara con toda la determinación, a un plan que quiere acabar con la Constitución porque la Constitución es vista como un obstáculo para materializar su ambición de poder por esa izquierda irresponsable e insolidaria que reniega de la ciudadanía democrática, libre e igual.

No será la primera vez que la fortaleza de la sociedad española se pone a prueba.

La involución, el terrorismo, la sedición han querido frustrar nuestra voluntad de convivencia.

Pues bien, hay que decir de nuevo ¡Basta ya! España no puede volver y no va a volver a un sistema basado en la exclusión, en el sectarismo, ni en la destrucción programada de la nación.

Ni el grotesco y ridículo cantonalismo, ni las políticas del sectarismo, ni la España de vencedores y vencidos.

Queremos vivir en el éxito de la convivencia, de la unidad, del pluralismo y de la ley igual para todos.

Es tan sencillo como esto, tan exigente como esto, tan apremiante como esto. Ningún Estado democrático puede aceptar lo que aquí, en España, quiere hacerse pasar por normal.

No hay ningún Estado cuyos dirigentes no hayan perdido la cabeza que acepte ni siquiera como hipótesis una amnistía que, además de otorgar impunidad, convierte en legítima una gravísima intentona sediciosa contra la integridad constitucional y es una invitación a volverlo a hacer.

No hay ningún Estado que se puede mirar dignamente entre el concierto de las democracias en el que se hable de autodeterminación, de manera explícita o camuflada, como contrapartida para formar gobierno.

No hay un Estado que no avergüence a sus ciudadanos en el que se conceda carta de naturaleza a un prófugo de la Justicia y se acepte que un eventual Gobierno dependa de la voluntad de un golpista.

Hay quienes no paran de frivolizar, diciendo que este es un ejercicio sin coste.

Nada más perverso que esta falsa normalidad con la que se quiere hacer pasar un proceso de autodestrucción constitucional.

Porque debemos tener la idea clara de que el peligro no viene de fuera; está inducido por una fuerza política, el Partido Socialista, que se ha convertido en el desencadenante de un síndrome en el que los que tienen que defender la Constitución desde el Gobierno se convierten en sus principales atacantes.

Es por eso que ninguna instancia, ningún poder democrático, ningún liderazgo social, cultural o intelectual, tampoco la izquierda constitucional que se juega su propia identidad y su trayectoria. Nadie, insisto, con sentido de responsabilidad, comprometido con el acuerdo histórico entre españoles puede quedarse al margen de una tarea que nos debe convocar para asegurar el futuro.

Porque eso -el futuro, el mejor futuro para España- es lo que tenemos que seguir ambicionando. Unos quieren confirmar nuestra peor historia, confirmar que, efectivamente, en España tarde o temprano termina aflorando el mal de la división y el fracaso.

Nosotros, en el nosotros más amplio, que hoy quepa en España lo que queremos es seguir desmintiendo ese pasado para seguir avanzando hacia el futuro que España necesita y merece.”

FAES

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