Europa, Política

Rusia pierde en los primeros escarceos ante la Corte Internacional de Justicia por lo sucedido en Ucrania.

Ucrania ha llevado formalmente a la Federación Rusa ante la Corte Internacional de Justicia por su reciente invasión y anexión de Crimea, luego de su ocupación por el ejército ruso en el 2014 y por haber sostenido y apoyado a las fuerzas separatistas que actúan en Ucrania, cuya rebelión dejara un saldo de 13.000 muertos.


Esas belicosas fuerzas procuran que buena parte de Ucrania permanezca en adelante bajo la soberanía rusa. Los rusos, sostiene Ucrania, además han discriminado contra la población tártara de Crimea, que la habita desde el siglo XVIII. Particularmente en las regiones de Donetsk y Luhansk. Todo lo que viola normas expresas contenidas en dos convenciones internacionales contra el terrorismo y contra la discriminación racial.
 
El tribunal aludido tiene ciertamente facultades para, en su momento, dictar condenas por daños y ordenar las reparaciones del caso.
 
Las eventuales condenas que pueda dictar pueden ser luego revisadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que Rusia es, cabe recordar, uno de los Miembros Permanentes, lo que supone que puede, en su caso, vetar las decisiones del tribunal, pero no necesariamente imponer a ese organismo judicial su propia visión de las cosas, lo que es bien distinto.
 
Las conversaciones bilaterales sobre esos dos espinosos temas han fracasado. Y se dieron efectivamente por terminadas en el 2016.
 
Ahora el tribunal aludido acaba de decidir avanzar para resolver los temas que se han puesto a su consideración. Por 13 votos contra 3, en contra de Rusia en materia de financiamiento del terrorismo y por 15 votos contra 1 respecto del tema de las discriminaciones dispuestas contra la población local de la etnia tártara, también en contra de Rusia.
 
Todavía el alto tribunal no ha examinado en profundidad ninguna de ambas cuestiones, pero ha decidido que se ocupará de ellas en adelante. Y ese es el necesario primer paso para entender en dos cuestiones que son sumamente delicadas y que están, ambas, bien altas en la sensible agenda corta de las cuestiones de paz y seguridad que preocupan al mundo.
 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.   
 
 

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