Economía y Sociedad, Europa

¿Y si el salvavidas se nos hunde?

La desaceleración que acaba de confirmarse en Alemania y la amenaza de Moody´s de retirarle la calificación Triple-A a la potencia europea recuerda al mundo, ahora que arrecian nuevamente las presiones sobre Berlín para rescatarlo todo, esta temible verdad: a veces el salvavidas se hunde por culpa del ahogado.

La última vez que Alemania salvó a un ahogado -a Alemania Oriental tras la reunificación-, le tardó una década reponerse, y eso que se trató de bastante menos dinero del que ya lleva gastado o comprometido en la unidad de cuidados intensivos europeos. Inevitablemente, tanto rescate tenía que volverse él mismo digno de poco crédito. De allí que la deuda alemana esté al borde de perder su calificación Triple-A y que el mismísimo fondo de rescate europeo haya recibido pareja advertencia de la agencia calificadora (a la que con razón se acusó en el pasado de contribuir a la crisis hipotecaria con sus generosas calificaciones a la banca y a la que ahora que trata de ser lo estricta que no fue en el pasado todos le caen encima).

No es para menos. Alemania ha visto contraerse su actividad privada en estos meses y su situación financiera sufre varios riesgos simultáneos. Uno es la perspectiva de un rescate total de España y eventualmente Italia, la mayor parte del cual pagaría Berlín; otro es la salida de Grecia del euro, que asestaría un golpe al plexo a la banca alemana, y por tanto al gobierno, que como todos los gobiernos del mundo se vería obligada a echarle el cable; y un tercero es el peligro de que en medio del pánico el Banco Central Europeo ceda y acabe llevando a cabo la madre de todas las compras de deuda soberana (como si los más de 200.000 millones que ya ha comprado fueran moco de pavo) y Alemania acabe pagando esa factura o termine afectada por la inflación que tarde o temprano semejante creación de dinero provocaría.

No sé si la gente se da cuenta pero valdría la pena recordar, ahora que se habla de un rescate total a España, que en el fondo de rescate europeo ya no quedan sino 150.000 millones de euros, la mitad de lo que, según cálculos conservadores, habría que gastar para salvar a este país (la cifra correspondiente a los vencimientos de deuda española de los próximos tres años). El fondo sumaba unos 440.000 millones, pero tras los rescates a Grecia, Portugal e Irlanda y los 100 millones comprometidos para la banca española, lo que queda es lo dicho.

Luego viene, es cierto, el mecanismo de estabilidad -sucesor del fondo de rescate- con unos 500.000 millones de euros. Pero si se piensa en lo que costaría Italia, casi seguro sucesor de un rescate completo a España, el dinero simplemente no está disponible. De allí que los calificadores vean en todo esto un serio riesgo para Alemania, el que pone más.

No es de extrañar que, mientras el resto de Europea exige a Berlín hacer mucho más todavía, Merkel tenga el temor a la reacción de sus compatriotas (incluido su partido y sus socios de coalición liberales) ante la perspectiva de seguir abriendo la faltriquera. No es ocioso recordar que todavía la Justicia alemana no ha decidido siquiera si el mecanismo de estabilidad (el de los 500.000 millones) es legal.

No conviene a Europa ninguna de estas dos cosas: el deterioro financiero de la primera potencia del Viejo Continente y la resaca política que ese mismo deterioro está incubando. Ya una gran mayoría de alemanes dice sistemáticamente a los encuestadores que quiere expulsar a Grecia del euro. ¿Cuánto tiempo falta para que pidan lo mismo con respecto a España e Italia? ¿Y luego qué pedirán? ¿Y qué populista recogerá ese sentimiento nacionalista? ¿Y qué expresión política la dará?

La clarinada de alerta de Moody´s y del índice que mide la actividad de adquisiciones de las empresas alemanas deben servir de referencia para poner algo de paños fríos a este vendaval de reclamos a Berlín que pueden provocar que el salvavidas se hunda con el ahogado.

Este artículo ha sido publicado originalmente en ElMundo.es

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