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´Aquí estamos´, dice el dictador cubano

No existe buena fe en el régimen cubano, sólo el deseo de aprovechar lo que entiende es una panoplia de oportunidades favorables que de pronto pudiera abrirse.


Cuba es, desde 1959, un país comunista, política y económicamente. Como era de suponer, es entonces, un país fracasado. Comparado con los demás de América Latina, su nivel de vida solo supera escasamente al de Nicaragua (país también comunista) que es el peor nivel de vida de todos los que corresponden a los países de América Latina. Por esto, no es sorpresivo que el gobierno cubano esté llamando la atención para ver si logra mejorar, de algún modo, su mala situación actual, aprovechando el cambio de gobierno en los Estados Unidos.
 
El extraño presidente actual de Cuba, Miguel Díaz-Canel, un hombre de rostro inexpresivo, casi incapaz de sonreír y con mirada ofídica, acaba de hacer pública su disposición de reunirse con los Estados Unidos, para discutir “cualquier tema”, aclarando sin embargo, que no cederá un solo centímetro respecto de la revolución cubana, el socialismo, ni la soberanía. Esto y decir que hay muy poco que conversar es exactamente lo mismo. Escuchándose a sí mismo, Díaz-Canel agregó que “los principios no se pondrán nunca sobre la mesa”. Esta declaración se hizo cuando se cumplen ya seis años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos.
 
Durante la administración del presidente Donald Trump, los Estados Unidos endurecieron el embargo a Cuba, vigente desde 1962. Lo hicieron preocupados esencialmente por dos cuestiones. Primero, por la falta de libertades y el no respeto por los derechos humanos que caracterizan al gobierno comunista de Cuba. Segundo, porque Cuba, en los hechos, se ha apoderado de los recursos naturales de Venezuela y hoy vive “colgada” de ellos, esto es ordeñando visiblemente al país que regentea el ex colectivero, Nicolás Maduro.
 
Seguramente la decisión de Cuba de “llamar la atención” de la próxima presidencia de los Estados Unidos tiene en cuenta lo ya anunciado por Joe Biden, en el sentido de eliminar las restricciones a las transferencias financieras de apoyo familiar desde los Estados Unidos hacia Cuba, y disminuir los actuales obstáculos y restricciones a los viajes turísticos hacia y desde la isla caribeña. Biden, presumiblemente, hizo ese anuncio por razones humanitarias. Pero como esa es, créase o no, la fuente principal de divisas del régimen cubano, el referido anuncio se ha transformado en una expectativa de reponer esa fuente, que el gobierno cubano añora, ciertamente.
 
Más de lo mismo, entonces. No existe buena fe en el régimen cubano, sólo el deseo de aprovechar lo que entiende es una panoplia de oportunidades favorables que de pronto pudiera abrirse. Pero hoy está muy claro cuál es la situación real de Cuba y pocos, muy pocos, en el exterior la desconocen.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 
 

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