América, Política

La “Carta Democrática Interamericana” ya ha sido activada

… la mayoritaria oposición venezolana, que ya no se “traga” los anzuelos bolivarianos, no ha querido aceptar en modo alguno la intervención del trío negociador de UNASUR.


Una muy poco atractiva persona, Delcy Rodríguez, es la patológica canciller actual de Venezuela. A su proverbial mala educación, falta de clase, reconocida intemperancia y, más aún, a su total falta de idoneidad, suma una conocida costumbre de manipular y enturbiar todo. Siempre a favor de su grotesca “visión” política. Y, peor, si es necesario, sus dichos nada tienen que ver con la verdad, ni con la razonabilidad. Es una digna discípula y colaboradora de Nicolás Maduro, formada a su imagen y semejanza.

Por esto no sorprende que ahora sostenga que la OEA aún “no ha activado” la Carta Democrática Interamericana respecto de Venezuela, cuya democracia, desde hace rato, obviamente no existe.

Pero recientemente otro alto funcionario de la OEA -como Luis Almagro, también uruguayo- la acaba de desmentir rotundamente. Con argumentos de mucho peso.

Se trata del jurista oriental Jean Michel Arrighi, quién finalmente ha aclarado bien las cosas. Más allá de toda duda razonable. Hablamos de un hombre que tiene en su distinguido haber nada menos que el haber sido, en su momento, uno de los redactores de la Carta (lo que hace que su visión de lo sucedido sea una suerte de interpretación auténtica) y que ha prestado ininterrumpidamente servicios bajo seis distintos secretarios generales de la OEA  Un pozo de ciencia y un vagón de experiencia, a la vez.

Para el Dr. Arrighi, la Carta Democrática Interamericana ha sido ya activada efectivamente por el Consejo Permanente de la OEA respecto de Venezuela. Esto ocurrió, nos dice, en la reunión del pasado 23 de junio, convocada como consecuencia de la invocación previa de la Carta por parte del secretario general, Luis Almagro, el 31 de mayo pasado. La primera etapa en su activación ha sido cumplida, entonces.

Viene ahora una segunda etapa en el proceso: la de las gestiones diplomáticas. Para esto deben interrumpirse -con claridad- los frustrados esfuerzos del trío parcial que fuera -de pronto- designado por parte de la UNASUR–entre gallos y medianoche- como presunto negociador del inicio del diálogo interno venezolano, con el evidente propósito de impedir o perturbar la acción de la OEA.

No obstante, la mayoritaria oposición venezolana, que ya no se “traga” los anzuelos bolivarianos, no ha querido aceptar en modo alguno la intervención del trío negociador de UNASUR, lo que cabe aplaudir porque es muy difícil asumir la imparcialidad de los políticos designados por UNASUR, todos ellos notoriamente de izquierda, teñidos de ese color y por ello, sospechados.

Si la segunda etapa de la aplicación de la Carta Democrática Interamericana no funciona (la de las negociaciones, que seguramente Nicolás Maduro hará –como siempre- fracasar) recién entonces podría discutirse en el Consejo Permanente de la OEA la eventualidad de pasar a sancionar a Venezuela. Paso a paso, y ordenadamente por el camino previsto.

Cabe apuntar que, aún antes de la vigencia de la Carta, el secretario general de la OEA estaba facultado -de modo concreto y exclusivo- a actuar en casos de crisis institucionales que afectaran a los Estados Miembros de la OEA, por la Resolución 1080. Lo que efectivamente sucediera varias veces: en la crisis haitiana de 1991; en la del Perú, en tiempos de Alberto Fujimori, en1992; y en Guatemala, en 1993, cuando los serios problemas con el presidente Jorge Serrano.

Lo de Venezuela no es nada nuevo, queda visto. Para la OEA, es simplemente más de lo mismo. Pero lo que debe advertirse es que, más alláde las afectadas rabietas y constantes cortinas de humo de Delcy Rodríguez, la Carta Democrática Interamericana ha sido activada ya respecto de Venezuela. Así de claro.Y es correcto que lo haya sido.Sin presión externa, Nicolás Maduro no se moverá y seguirá sojuzgando a su pueblo. Esto no es comprendido por algunos, como Susana Malcorra, quizás por el conflicto de intereses que deriva de su aspiración a transformarse en Secretario General de la ONU, que la pone en una encrucijada incómoda.
 
Emilio J. Cárdenas 
Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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