América, Política

CUBA: La libertad es incompatible con el apaciguamiento

El pasado 7 de julio tenía lugar en Madrid el V Foro Atlántico. El tema elegido no podía tener mayor actualidad: Cuba. Mucho se está escribiendo, hablando y opinando sobre el régimen de la isla post-Castro. FIE y la Fundación Internacional para la Libertad nos ofrecieron un punto de vista contrario al relativismo, que viene siendo la forma habitual con la que se analiza la situación política cubana.

El pasado 7 de julio tenía lugar en Madrid el V Foro Atlántico. El tema elegido no podía tener mayor actualidad: Cuba. Mucho se está escribiendo, hablando y opinando sobre el régimen de la isla post-Castro. FIE y la Fundación Internacional para la Libertad nos ofrecieron un punto de vista contrario al relativismo, que viene siendo la forma habitual con la que se analiza la situación política cubana.

 

Las posturas de cuantos tomaron parte en esta jornada, partieron de una premisa clara: la libertad no admite medias tintas. O existe o no existe. Esta afirmación viene a colación por la habitual acentuación de las  actuales (y supuestas) medidas libertarias, reformistas, renovadoras… de Raúl Castro. Analizadas objetivamente, todavía están muy lejos de garantizar los derechos más básicos.

 

Hay una tendencia a magnificar cualquier decisión que se tome desde La Habana y que difiera, aunque sólo sea mínimamente, del liberticidio en el que tiene sumido a sus ciudadanos desde hace casi 50 años. Ese es el peligro que tiene relativizar, que da como consecuencia la  retroalimentación del régimen político castrista.

 

El levantamiento de sanciones a Cuba por parte de la UE ha sido interpretado por los Castro, Lage o Pérez Roque como un triunfo de las verdades absolutas de la revolución y en consecuencia, una derrota occidental.

 

La Isla es la única de las grandes dictaduras comunistas que sigue vigente. Los esfuerzos de la oposición y de la disidencia topan con un hándicap: la legitimidad del castrismo y de sus iconos cada vez procede más del exterior, de algunas democracias consolidadas y determinadas elites intelectuales, que con su discurso, tienden a alentar uno de los cimientos del régimen  como es el victimismo.

 

¿Hacemos en las sociedades libres una adecuada valoración de los derechos de que disfrutamos? En función de la defensa a ultranza que algunos sectores hacen del Castrismo, la respuesta es no. El mejor ejemplo de esta afirmación lo tenemos en la ya habitual inversión terminológica (con la consiguiente perversión del lenguaje) y por la que las víctimas (v.g la disidencia) se convierten en victimarios, recibiendo todo tipo de epítetos peyorativos: desde el clásico "imperialistas" hasta "vendepatrias".

 

El pasado Foro Atlántico, y la presencia en el mismo de voces tan cualificadas como las de  Miriam Cabrera Infante, Zoe Valdez, Rosa Montero, Esperanza Aguirre, Mario Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner, Raúl Rivero…y otros muchos (además de la presencia de los principales partidos políticos españoles) ha servido para realizar un alegato a favor de la libertad y dejar claro que ésta no se consigue con el apaciguamiento. La Comunidad Internacional debería tomar nota y se le debe exigir determinación y responsabilidad. El primer paso sería despojar de sus componentes utópicos a un sistema que sólo ha provocado la miseria humana y moral a quienes lo están sufriendo desde hace ya 50 años.

 

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