América, Política

Cuba: Las “Reformas” Raulistas

Thomas Jefferson decía que «no puede esperarse que los hombres sean trasladados del despotismo a la libertad en un lecho de plumas», mucho menos confiar en que sean los mismos déspotas quienes lo hagan. En Cuba, donde el despotismo reina por medio siglo, se han tomado ciertas medidas que muchos se han apresurado a calificar de “aperturistas”

EDITORIAL

Thomas Jefferson decía que «no puede
esperarse que los hombres sean trasladados del despotismo a la libertad en un
lecho de plumas», mucho
menos confiar en que sean los mismos déspotas quienes lo hagan. En Cuba, donde
el despotismo reina por medio siglo,  se han tomado ciertas medidas que muchos
se han apresurado a calificar de “aperturistas”; si así fuera, también podría
haberse considerado “apertura” cuando, en la década de los 80, se dejó al
campesino cubano vender directamente a la población los productos que cultivaba.


 


El
llamado Mercado Libre Campesino fue permitido varias veces y prohibido en igual
número. Medidas parecidas siempre fueron implementadas como válvula de escape
ante una situación económica delicada y para dar una solución más eficiente a la
distribución de productos básicos, algo que para un estado totalitario como Cuba
era y sigue siendo una quimera.


 


Que
ahora el gobierno dictatorial cubano no impida a los cubanos alojarse en algunos
hoteles, tener ordenadores o se les permita tener un celular (móvil) sólo
garantiza una mayor entrada
de las siempre necesitadas divisas. Bien es
sabido que con un salario promedio y equivalente a 12 €, le es imposible a un
trabajador adquirir cualquiera de los seis modelos de móviles que el gobierno ha
dispuesto, que van desde los 64.80 dólares hasta los $288.80, ni contratar
además una línea por 119.88 dólares, y mucho menos costear una tarifa
Habana-Miami de casi $3 el minuto.


 


Eso sí, muchos familiares en el exilio no han tardado en hacerles llegar
los dólares necesarios para la compra, pues eso les permitirá una comunicación
más fluida y presumiblemente menos restringida con los parientes; también
facilitará que las llamadas de socorro desde la “potencia médica” – como la
llaman los afectos al régimen – pidiendo alguna medicina (o dinero para
comprarlas) sean satisfechas con prontitud. Con las tarifas de alojamiento en
los hoteles pasa lo mismo, aún así muchos hoteles estarán prohibidos y seguirán
habilitados sólo para extranjeros.


 


Es preciso poner interrogantes a la afirmación cada vez más extendida de
que el régimen dictatorial se está “abriendo”, y no sería una mala idea
suscribir, junto a reconocidos intelectuales y periodistas del mundo el
manifiesto:
Diálogo sí: también con el pueblo
cubano
. Hay posibilidades de que
éste “diálogo” fructifique, siempre y cuando, y como resalta el documento, se
tome como interlocutor a la sociedad civil cubana, no sólo a la tiranía que la
oprime por medio siglo. Las aparentes “reformas” del heredero de la dictadura no
pueden maquillar un régimen despótico ni tampoco anestesiar el actuar de la
comunidad internacional. La presión internacional a la Isla, para que se respeten todos y cada
uno de los derechos fundamentales negados, sigue siendo fundamental.

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