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Desmiente, que algo queda

Bono ha debido esforzarse durante los últimos tiempos en el ataque como la mejor defensa

Descalificando, por elevación y principio, las sospechas sobre su patrimonio, José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados, intenta una y otra vez sacudirse el problema y espantar las eventuales consecuencias. Pero, el medio no es el fin en este caso. No conceder a los que airean las dudas en torno a Bono la menor credibilidad, fiabilidad o posibilidad de informar críticamente de un personaje tan público como él, es algo muy inconveniente, muy poco democrático, pero ciertamente efectivo.
 
Bono, gran constructor de frases y titulares de prensa, ha debido esforzarse durante los últimos tiempos en el ataque como la mejor defensa contra medios como La Gaceta, auténtico ariete periodístico del Midas manchego.
 
“Las avispas de las difamaciones pican en fruto sano”. “La verdad es un arma de destrucción masiva”. “Me atacan grupos de extrema derecha y periodistas que usan técnicas mafiosas”. “Puesto cara al sol les digo que no hay que prolongar las palabras”. “Me atacan, no por lo que saben de mí, sino por lo que España sabe de ellos”. La colección de abalorios dialécticos de Bono es inagotable. El denominador común es causar sensación, impactar en la opinión pública, aunque no aclare ni por asomo si lo que se dice de él es cierto o no lo es y si hay alguna instancia en España que se avenga a investigarlo oficialmente.
 
Fotocopia su declaración de bienes como un aval de licitud y transparencia, cuando lo que se cuestiona es el origen y acumulación de esos bienes. Señala con el dedo a los que le acusan, cuando lo importante es que ofrezca alguna vez explicaciones convincentes y no la nómina de una particular caza de brujas. Sobre todo, Bono desmiente, porque algo queda.

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