Política

El problema del post-Sionismo

El post sionismo puede ser definido a grandes rasgos como el rechazo posmodernista al nacionalismo judío, deslegitimando el sionismo y negando el derecho judío de autodeterminación.

Isi Leibler
Las frases rimbombantes empleadas para promover estos objetivos incluyen los llamamientos a transformar Israel “en un estado todos los ciudadanos”, lo cual exige derogar el Derecho de Retorno, alterar la bandera, enmendar el Hatikva, y crear lo que se reduce a un estado binacional.

No es ninguna sorpresa que en el clima actual, los árabes israelíes aprueben fervientemente este enfoque. Pero es incomprensible que un buen número de académicos israelíes hayan adoptado el post sionismo y tengan la cara dura de utilizar sus universidades como plataformas de lanzamiento para deslegitimar y demonizar a su país, promoviendo incluso campañas antiisraelíes de boicot.

El nuevo libro de Tom Segev, un enorme tomo de 600 páginas titulado 1967, es la última producción post-sionista. Su tesis es que Israel podría haber evitado la Guerra de los Seis Días, y que las oportunidades para la paz fueron malgastadas inmediatamente después del conflicto.

SEGEV ES probablemente el más popular de los “nuevos historiadores” que desafían la narrativa tradicional sionista. También es incuestionablemente un escritor e historiador de talento, que posee una habilidad para sacar material de los medios, diarios y otras fuentes primarias y, con inteligencia para discernir la paja del grano, reconstruye una viva crónica de la vida diaria durante el periodo a examen.

Muestra sin inhibiciones su parcialidad post-sionista, y hasta finalizaba un libro reciente titulado Elvis en Jerusalén con el comentario de que “hay vida después del sionismo”.

La recreación de Segev de la vida en Israel durante el período pre- y post- Guerra de los Seis Días muestra muchos paralelismos con nuestra condición actual. Entonces como ahora había una sensación de que el primer ministro en el poder, Levi Eshkol, no estaba a la altura, y la gente anhelaba desesperadamente el retorno del líder ausente, David Ben-Gurión. Las tensiones dentro de la sociedad, principalmente entre ashkenazis y Mizrahis, se encontraban en su punto álgido, y entonces como ahora, los medios estaban consumidos por disputas públicas entre políticos y líderes militares.

La recesión económica y el terrorismo presente (minúsculo en comparación con lo que experimentamos posteriormente) se combinaron para crear una sensación de depresión y malestar, que generó un incremento de la emigración. La creciente tensión mientras se avecinaba la guerra alcanzó el punto álgido con el cierre del Estrecho de Tirán por parte de Gamal Abdel Nasser. Entonces como hoy, los americanos, al igual que el resto del mundo, instaban a Israel a ser paciente y evitar iniciar hostilidades.

Segev sugiere que la Guerra de los Seis Días se podría haber evitado si “la paranoia”, especialmente el miedo a un segundo Holocausto, no hubiera dominado la escena política. Subestima las consecuencias de la alianza árabe militar bajo el mando de Egipto y el posterior despliegue militar masivo. Ridiculiza el creciente crescendo de llamamientos a aniquilar Israel, despreciando tales amenazas como retórica vacía.

Para Segev, las hostilidades contra Jordania y Siria estallaron principalmente como consecuencia de la euforia que siguió como consecuencia de la espectacular destrucción de la fuerza aérea egipcia en las primeras horas de la guerra. Desecha los llamamientos israelíes a los jordanos para detener su fuego de artillería contra Jerusalén y minimiza el impacto sobre el público de los brutales ataques sirios en curso contra los kibbutzim de la frontera. Pero aun así, si uno se fía exclusivamente del propio relato de los sucesos de Segev, su tesis sigue siendo poco convincente.

El libro también relata supuestas atrocidades israelíes en guerra e insiste en que el éxodo palestino de 1967 no fue voluntario, sino que se logró mediante la coacción. Por supuesto, se pierden vidas inocentes y los actos de brutalidad y saqueo se manifiestan en todas las guerras. De modo que existen posibilidades de que algunas de las violaciones de los derechos humanos mencionadas por Segev hubieran tenido lugar. Pero las pruebas aplastantes reafirman que el ejército se comportó de manera más moral que cualquier otro ejército victorioso, especialmente en un conflicto iniciado por enemigos involucrados en una guerra diseñada para aniquilar a Israel.

Segev también afirma que en el período de posguerra inmediato, Israel pasó por alto oportunidades históricas para forjar un acuerdo permanente. De nuevo, minimiza la decisión del gabinete israelí el 19 de junio de 1967 que ofrece retirarse del territorio conquistado a cambio de paz, a la que los árabes respondieron con los 3 “noes” de Jartoum.

El 1967 de Segev es un libro tendencioso, pero incuestionablemente es un trabajo sofisticado que evita la difamación más primitiva que aparece en muchos otros textos revisionistas y post sionistas. En la práctica muchos de los recientes académicos post sionistas como Ilán Pappe y políticos fracasados como Avram Burg se han hecho tan virulentos en su oposición al estado judío que más allá del rechazo a la narrativa sionista, se complacen en libelos que equiparan a los israelíes con los nazis. Profesores de estudios bíblicos y arqueológicos afirman incluso que la conexión judía con Eretz Yisrael es “una ficción” diseñada para justificar el asentamiento colonial.

Las opiniones post sionistas y revisionistas proliferan en universidades y en las columnas de opinión de periódicos como el Haaretz. También refuerzan campañas globales a antiisraelíes y animan a renegados de la diáspora judía a apoyar cada vez más los esfuerzos por deslegitimar a Israel.

El problema también está presente en los institutos públicos israelíes, que emplean libros de texto que minimizan la narrativa sionista, llegando a señalar que israelíes y árabes son igualmente culpables de la “nakba” (catástrofe). En casos más radicales, tras una protesta pública, un buen número de libros de texto son retirados por dar a entender que Israel nació en pecado.

Lamentablemente, la actual ministra de educación, Yuli Tamir, se esfuerza por diluir más de lo que queda de la herencia judía y los valores sionistas en el plan de estudio. No obstante, las incursiones del post sionismo en el plan de estudios público se iniciaron hace mucho tiempo, como queda plasmado simbólicamente en el mandato de Yossi Sarid como ministro de cultura, cuando los trabajos del poeta palestino Mahmoud Darwish fueron incorporados al plan de estudios de literatura israelí. Darwish, agasajado recientemente como invitado en Haifa y promocionado en los medios israelíes, fue uno de los arquitectos de la carta de la OLP, y retiró el apoyo a Arafat porque le consideraba demasiado moderado.

Uno de los poemas más conocidos de Darwish trata de los judíos:

No paséis entre nosotros como insectos voladores
Ha llegado el momento de que os vayáis
Vivid donde queráis, pero entre nosotros no
Ha llegado el momento de que os vayáis.

Hace ocho años, el Congreso Judío Mundial publicó un libreto que yo firmé titulado “¿Está acabando el sueño? El post sionismo y sus diatribas — una amenaza para el futuro del pueblo judío”.

Mi conclusión era que el post sionismo sería eclipsado porque el colapso de los Acuerdos de Oslo conduciría a una dolorosa estimación del papel de Israel como estado judío y un examen de las realidades nacionales. Sin embargo, en gran medida a causa de nuestra fracasada directiva, los post sionistas hoy se están reagrupando y haciendo sentir su presencia con cada vez más desvergüenza.

La solución al problema se encuentra en el sistema educativo israelí. Crea una nueva generación de judíos conocedores de su herencia e inculcados del amor a sión, y los post sionistas serán marginados. Si eso no sucede con el tiempo, la cifra de supuestos objetores de conciencia elitistas crecerá y crecerá, para peligro letal para Israel.

Y los líderes israelíes siguen anunciando que “Nos hemos cansado de luchar: cansado de ser arrogantes; cansado de ganar; cansado de derrotar a nuestros enemigos”.

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