Política

El sendero de Hamas

Walid Phares

Tan pronto como la comisión electoral palestina declaraba a Hamas ganador de las elecciones legislativas en Gaza y el West Bank, un huracán de interrogantes vapuleaba a medios, gobiernos, políticos, y analistas internacionales. Entre los funcionarios de la Autoridad Palestina: ¿ahora qué? ¿Arruinará Hamas los avances en el reconocimiento internacional? Dentro de Israel: ¿Está muerto el proceso de paz? ¿Cómo podemos tratar con un gobierno terrorista? En Occidente: ¿Es la democracia una arma para los radicales del mundo árabe? Y en América: ¿Cómo tratar con Hamas? Éstas y otras preguntas más dramáticas son el resultado directo de un terremoto político que parecía sacudir los cimientos de la nueva política norteamericana en la región:

La gente está deseando la libertad. Pero en los territorios palestinos, los electores dieron al Terror una sonora legitimidad: ¿Por qué?, y más importante, ¿qué va a suceder?


 


Antes de que los democracia-críticos saquen conclusiones apresuradas, que sean considerados con la complejidad del proceso de democratización. En primer lugar, las elecciones no son la única herramienta para dar lugar a sociedades democráticas. Son las instituciones que controlan – y equilibran – la cultura democrática. Las oportunidades de votar dentro de sociedades que carecieron de la práctica durante décadas producen sistemáticamente una realidad proporcional a las capas subyacentes. En pocas palabras, si a las fuerzas más organizadas, bien disciplinadas y mejor financiadas se les da la oportunidad de mostrar su fuerza en la primera prueba electoral, y el gobierno titular está plagado de corrupción, no espere sorpresas importantes. Éste es el caso de Hamas hoy. Repasemos el camino hasta su victoria electoral.


 


Los fundadores de Hamas son los herederos de la Hermandad Musulmana, al ijwán Muslimín, iniciada por su cuenta en los años 20 en Egipto por Hassán al Banna. Su ideología está inspirada en el salafismo, que también inspiró a su corriente hermana de Arabia, el wahabismo. Por tanto, hablamos de dos siglos de herencia doctrinal y 80 años de experiencia organizativa. La Hermandad Musulmana ya era activa en la creación del conflicto árabe israelí en 1947. Una rama del movimiento dio lugar al Harakat al Muqawama al Islamiya (HAMAS, Movimiento Islámico de Resistencia) en 1987, para encabezar la parte activa de la lucha contra Israel. Fue paralelo a la oleada de otras ramas por todo el mundo árabe en los años 80 y 90: el NIF de Turabi en Sudán, el GIA y el Grupo de Combate Salafí en Argelia, la Gamaa Islamiya en Egipto y más tarde la Jihad Islámica palestina y de Egipto. A mediados de los años 90, una mezcla de los grupos anteriores dio lugar a al Qaida. Sin embargo, mientras que el entramado de Bin Laden mutaba en una organización internacional de jihad, Hamas era un movimiento jihadista radicado nacionalmente.


 


Hacia finales de los 80, Hamas operaba gradualmente una infraestructura socioeconómica financiada por los wahabíes saudíes. Este punto de partida dio al movimiento un salto social por encima de sus competidores, OLP incluida. Más adelante en esa década y en los primeros años 90, los mulás de Teherán abrieron una cuenta bancaria gigante en apoyo de Hamas. El Baaz de Assad albergó en Damasco sus cuarteles generales. Tres corrientes regionales alimentaron la organización con el apoyo estratégico de patrocinio estatal durante más de dos décadas, permitiendo que Hamas compitiera y derrotara con el tiempo al Fatah de Yassir Arafat. Los jihadistas de Palestina no empezaron de cero a nivel material: dos capitales les respaldaban, poderosos círculos de Arabia les mostraban generosidad, y ya en Occidente, los partidarios se distinguieron como recaudadores de fondos, aprovechando los diestros propagandistas de Hamas.


 


Rechazando el Proceso de Paz de Oslo en 1993, Hamas hundió la mayoría de los acuerdos palestino-israelíes con coches bomba. Empujando a la OLP a firmar tratados con “el enemigo judío”, atacando después con fuerza tras esas “líneas sionistas”, la organización jihadista se centró únicamente en “la arena palestina”, cerciorándose de no involucrarse en el terror directo contra Estados Unidos o Europa. En los años 90, los hombres de Arafat se enriquecieron y eran tratados como VIPs internacionalmente incluso por Israel, mientras Hamas robaba “la pasión de la intifada” al viejo Fatah. Sus hospitales y escuelas – convertidos en madrazas, servían a las masas, mientras los barones de la OLP les robaban. En suma, machacar a la Autoridad Palestina al nivel de “lucha” precisó de la extrema violencia del grupo contra los israelíes, civiles en su mayor parte. Se cerraba un círculo completo: las escuelas y los servicios eran controlados por Hamas y producían más partidarios; los ataques del terror mantenían vivas las llamas jihadistas, mientras la OLP se hundía en la corrupción. Para cualquier observador veterano estaba claro que a la primera oportunidad electoral, la red joven, dinámica y económicamente sustentada desplazaría al viejo, indeciso y financieramente corrupto gobierno. De hecho, entre la OLP y Hamas, no había otra alternativa: la comunidad internacional ignoró selectivamente a la tercera generación de palestinos. Los europeos y sus aliados árabes apoyaron a Arafat, y el eje Teherán-Damasco y los wahabíes respaldaron a Hamas. Puestos a elegir a sus legisladores, los palestinos tuvieron estos dos bandos para elegir.


 


Los dados han hablado. Hamas obtuvo la porción de escaños mayor de la asamblea representativa. Pero proyectándose así de alto en el proceso, voló más alto que la atmósfera cómoda a la que estaba acostumbrado: los bajos fondos. Como decía uno de los líderes de Hamas en al Jazira después de que se anunciara la victoria: “Tal como estábamos en los bajos fondos, continuaremos actuando a la luz del sol”: Nada cambiará, agregó. Un representante del enfermo Fatah respondió: “Todo va a cambiar para vosotros. Hemos estado allí, lo vimos todo”. La profecía del bando vencido bien puede convertirse en realidad.


 


En ese muy revelador foro de al Jazira, el portavoz de Hamas intentaba pulir la “victoria”. Frente a un buen número de activistas jóvenes preguntando ya la postura del grupo sobre el velo religioso y otras libertades, decía “entendemos los temores de la juventud y las mujeres en temas sociales. Estamos aquí para decir que no habrá imposición de medidas impopulares”. En cuestión de unas cuantas horas tras el ascenso de Hamas, las futuras tensiones palestinas estaban ya sobre la mesa.


 


La libertad está garantizada por el Corán, dice Hamas, utilizando el verso: la ikrah fil dín (no hay obligación en la religión). Pero la mayoría de los palestinos son seculares, y los más jóvenes de los últimos son modernistas. He visto ambos, viviendo juntos: Pero ¿qué hay de los desafíos inmediatos de Hamas? Hay muchos panoramas.


 


Saib Oreikat, el principal negociador de Mahmoud Abbás, dijo que se convertirá en “una oposición de apoyo”. Otros fieles de la OLP no quieren ayudar a Hamas en el gobierno. De toda la región, Ahmedinijad está exultante: hoy puede ver el “Hamastán” como base de sus futuros ataques contra Israel. Siria queda relevada por este nuevo soplo de aire fresco que viene del sur. También Hezbolá: los jihadistas están vivos y coleando en el Mediterráneo Oriental, fantasean. Hamas ha llevado esperanza al eje de la jihad, desde el Triángulo Sunní hasta los suburbios meridionales de Beirut. Pero dentro de la “sala de guerra” del grupo, los sabios están aconsejando moderación en las muestras. Tienen elecciones difíciles que tomar, mucho más difíciles que volar autobuses por los aires pasada la línea verde.


 


En su primera rueda de prensa tras la “victoria” de Hamas, los jefes dijeron “al fawz mina alá” (Alá nos concedió esta victoria), señalando que sus pasos siguientes van a estar guiados también por lo divino. Insistieron en que los resultados son un referéndum a favor de “la resistencia”.


 


Lograron 80 escaños (60,6% de los votos), y por lo tanto pueden formar un gobierno. ¿Pero lo harán? Muchos panoramas son avanzados por los eruditos de la Universidad Bir Zeit: 1) Un gobierno completamente de Hamas. 2) Un gabinete de unidad nacional. 3) Un gobierno de tecnócratas. 4) Caos a espuertas. El futuro próximo nos lo dirá.


 


Pero Hamas anunció su agenda a largo plazo: Jerusalén es la capital y el retorno de todos los refugiados. Pero omitieron definir la Palestina que quieren. Más importante, no dijeron una palabra sobre Israel: ¿existe o no? Esta cuestión será la más difícil de contestar por una organización cuya existencia es la erradicación del estado judío. Si no reconoce Israel, el mundo aislará a Hamas. Si admite la idea, perderá su raison d´etre.


 


Y mientras aguarda el “espíritu santo” para aconsejar al grupo jihadista a estos efectos, un gobierno controlado por Hamas tendrá que tratar lo siguiente:


 


1) El proceso de paz con Israel: ¿lo reanudará o no?


 


2) La alianza con Irán, Hezbolá y Siria: ¿la conservará o no?


 


3) Estado religioso en Palestina: ¿lo implementará o no?


 


 


El Dr. Walid Phares es profesor de Estudios de Oriente Medio y experto en el Islam político y la jihad, graduándose en Derecho y Ciencias Políticas por las Universidades Jesuita y Libanesa y doctorándose en Relaciones Internacionales y Estudios Estratégicos por la Universidad de Miami. Enseñó en la Saint Joseph University en los 80 y ejerció en Derecho en Beirut hasta 1990. Más tarde fue editor del Sawt el-Mashreq y Mashrek International, emigrando posteriormente a Estados Unidos, donde ha dado clases en la Florida Internacional University y la Florida Atlantic University. Ha publicado centenares de artículos y escrito siete libros acerca del fundamentalismo islámico, y ha sido consultado por el Congreso americano en 3 ocasiones.

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