Nuestro próximo Presidente va a hacer frente a una crisis de seguridad mucho más dramática y formidable que ninguno de los aspirantes haya visto antes del 11 de Septiembre…
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR
Lunes, 09 de diciembre 2024
Nuestro próximo Presidente va a hacer frente a una crisis de seguridad mucho más dramática y formidable que ninguno de los aspirantes haya visto antes del 11 de Septiembre…
Walid Phares
El envío al Congreso norteamericano del informe NIE de evaluación de amenazas ha desatado una oleada de discusiones que fluyen directamente al debate acerca de la guerra contra el terror. Obviamente, los controvertidos efectos de las conclusiones — además de su politización — están alimentando a los críticos de la guerra en Irak, pero sobre todo están teniendo un impacto tanto en amigos como en enemigos de los Estados Unidos, incluyendo sobretodo al régimen iraní.
Básicamente, los americanos y sus aliados se enfrentan a una nueva situación, generada por esta estimación de la Inteligencia, en la que los legisladores de Teherán ya habrían abandonado su estrategia militar nuclear a fecha de 2003; por tanto, Estados Unidos y su coalición se equivocarían si tomasen cualquier acción militar contra objetivos dentro de Irán. Específicamente, debido a las conclusiones de la Inteligencia norteamericana, el público — tanto nacional como internacional — es conducido a creer que en el otoño del 2003, la dirección iraní habría decidido detener su proceso de construcción de un arma nuclear; y además que, hoy, en el otoño del 2007, no existe ninguna amenaza nuclear iraní para América, para la región o para la comunidad internacional.
De ahí que lógicamente Washington, como conglomerado de diversos intereses que utilizan las conclusiones del NIE como aprobación tácita a su protección al régimen iraní, se haya pillado la mano con el producto de la nata y la crema del aparato nacional de Inteligencia. A partir de aquí, cada palabra utilizada por este columnista se dedicará a la tarea de demostrar a mis lectores que si es que suponía alguna diferencia, el informe NIE está revelando un problema pandémico en los análisis de la seguridad nacional de los Estados Unidos, y que además, la capacidad de América para comprender y detectar amenazas contra ella se ha visto comprometida.
El producto final de esta evaluación norteamericana de la amenaza jomeinista no es tan diferente, desafortunadamente, de aquellos informes previos que en los años 90 despreciaban — y hasta ignoraban — la amenaza planteada por nuestros otros enemigos, los jihadistas, los salafistas en general y Al Qaeda en particular. El informe está suscitando debates significativos en momentos críticos; pero la conclusión más seria que se puede establecer con sus resultados es que aquella crisis del sistema de la que advertía al gobierno y al público norteamericanos la Comisión del 11 de Septiembre todavía está activa y en evolución.
He aquí los datos que demuestran que el mensaje del informe es erróneo, cómo está siendo utilizado contra intereses de la seguridad nacional norteamericana, y cuáles van a ser las consecuencias de este descarrilamiento en los análisis de amenazas.
Las conclusiones del NIE basan su conclusión final – que el régimen iraní habría abandonado su estrategia nuclear – en información obtenida de funcionarios iraníes que afirman que ellos detuvieron su programa nuclear en el otoño del 2003. Así que las conclusiones de nuestros mejores y más brillantes analistas se basan en declaraciones realizadas por el régimen iraní, conocido por sus tácticas engañosas. El documento insiste en que las conclusiones no pretenden analizar las intenciones del régimen iraní, sino que en su lugar se encaminan simplemente a evaluar si Teherán está cambiando de postura; pero aún así, la premisa más importante establecida por los redactores del NIE está utilizando declaraciones realizadas por el régimen, no las intenciones detrás de esos comentarios, para sacar sus conclusiones acerca del rumbo de acción. Es el equivalente a considerar como ciertas las declaraciones realizadas por Adolfo Hitler cuando aseguraba a Francia y Gran Bretaña que la invasión de Checoslovaquia era el final de su programa Nazi en 1938.
Mi contra-argumento es que detener un único proceso de producción de armas nucleares no es equivalente a poner punto y final a una política estratégica de obtención de tales armas. Un cambio real en la estrategia iraní solamente se indicaría si la oficina del ayatolá Jamenei y los poderes centrales de su régimen afirmasen abiertamente que ellos han abandonado la búsqueda de potencia nuclear militar. Eso no ha sucedido, y lo que es peor, viene sucediendo lo contrario. La élite en el poder viene presumiendo cada vez más de obtener estas armas y hasta de utilizarlas.
Preste atención: la alusión del informe a la decisión de 2003 por parte del gobierno Jatami de detener su método anterior de obtención de proyectiles nucleares no es equivalente a la elección estratégica de Mohammar Gaddafi de abandonar la búsqueda de armas nucleares, o las opciones sudafricana y ucraniana de renunciar a la proliferación, por ejemplo.
Los redactores del NIE eligen no informar a los legisladores y al público acerca del contexto
general en que esta decisión específica de 2003 fue tomada, o acerca de los pasos posteriores en la estrategia nuclear iraní. Tamaña selección compromete la conclusión política del documento. No analizar el motivo de que un enemigo detuviera el proceso, al tiempo que reanudaba muchos otros procesos para obtener resultados mucho mejores, anula por completo el análisis norteamericano de las estrategias globales del enemigo.
En la práctica, la verdadera historia es que el régimen iraní reconfirma su estrategia nuclear anterior — amasar gradualmente — porque, hacia finales de verano de 2003, con “fuerzas hostiles” (la coalición encabezada por Estados Unidos) desplegadas en Irak y Afganistán, sabía que si no alteraba el rumbo de ese camino inicial, podía esperar una reacción mortal. Puesto que las intenciones estratégicas norteamericanas no estaban claras a los ojos de los estrategas iraníes, actuaron como si Washington y sus aliados estuvieran maniobrando para desarmar al régimen de Irán. El gobierno Jatami, prefiriendo evitar una desequilibrada confrontación, decidía suspender la conocida proliferación de energía nuclear porque, simplemente, concluía que Estados Unidos iba a ser capaz de atacarles desde dos fronteras. De ahí que los Pasdarán (la Guardia Revolucionaria) se hicieran con la dirección del programa nuclear y lo reconvirtieran al anonimato. La estrategia global no se detuvo, sino que se inició una estrategia alternativa.
En el 2004, año electoral en Estados Unidos, la profunda división norteamericana en materia de la guerra de Irak fue percibida por los iraníes radicales como una ayuda para relanzar la rápida carrera nuclear. Irónicamente, eran los esfuerzos del llamado “movimiento pacifista” en Estados Unidos lo que animaba a los jihadistas de Irán a reimpulsar el programa militar nuclear. A comienzos del 2005 Ahmadinejad llegaba al poder y se empleaba un mayor respaldo sirio-iraní al terror en Irak con el fin de debilitar a las fuerzas hostiles al oeste de Irán. Desde la perspectiva iraní, uno de los objetivos de “la insurgencia” era dar a Teherán el tiempo y la capacidad de avanzar más rápido hacia el despliegue de futuras armas nucleares.
El NIE no supo entender y explicar que la decisión de 2003 es un cambio de estrategia – no un alto a una estrategia; el plan de Ahmadinejad era atascar a Estados Unidos en Irak de modo que no pudiera destruir el proceso de cambio de poderes en Irán en sus primeras etapas cruciales. Trágicamente, lo que a Washington le pasó por alto es que Teherán ya estaba construyendo misiles antes de terminar la etapa de material fisionable. Mientras la atención se centraba en el proceso de enriquecimiento de uranio, los Pasdarán ya estaban poniendo en marcha el sistema de transporte. Es decir, la verdadera amenaza real.
La parte de una bomba en la estrategia nuclear iraní es la última etapa, mientras que los misiles eran la más urgente a lograr primero. Estratégicamente tiene sentido, porque si los iraníes hubieran fabricado un arma, habría podido ser sacada vía aérea sin el riesgo de un segundo ataque (puesto que el sistema de transporte habría brillado por su ausencia). Pero si los proyectiles se obtenían antes, el mundo no podría actuar preventivamente contra ellos. Y cuando la bomba estuviera lista (a través de la construcción o la compra) estarían bloqueados por los proyectiles. En ese momento particular, los ataques unilaterales contra las armas iraníes correrían el riesgo de contraataques balísticos iraníes contra el mundo libre.
Teherán ha jugado muy inteligentemente y desbancado a sus enemigos en Occidente; logró los misiles, que ahora están avanzados y desplegados. Todo lo que necesitan lograr los jomeinistas hacia finales de 2007, puesto que su sistema de transporte ya está desplegado, es la conclusión de que Washington se abstendrá de actuar contra los proyectiles, los centros de fusión, las plataformas de lanzamiento y los demás tipos de despliegue. El informe NIE ha abierto el camino a esa decisión.
Inteligentemente, al convencer a la Inteligencia norteamericana y al público de que Teherán abandonó ya toda la estrategia nuclear en el 2003, Irán ha deslegitimado la capacidad de América de actuar contra los proyectiles. La posibilidad de acelerar el programa nuclear secreto está abierta de par en par, dado que el sistema de transporte ha finalizado. Para cuando América descubra que ha sido engañada, las cabezas estarán montadas en los misiles. Todo lo que los estrategas jihadistas tuvieron que hacer fue utilizar el sistema político de América contra sí misma. Dado que el análisis NIE no proporciona ningún contexto global a la estrategia iraní y presiona en favor de una agenda política diferente a las prioridades de seguridad nacional, los jomeinistas de Irán están ganando, al margen de quién vaya a ocupar la Casa Blanca en enero de 2008.
Nuestro próximo Presidente va a hacer frente a una crisis de seguridad mucho más dramática y formidable que ninguno de los aspirantes haya visto antes del 11 de Septiembre: misiles iraníes de cabeza jihadista apuntando contra las dos terceras partes del planeta.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR
// EN PORTADA
// LO MÁS LEÍDO
// MÁS DEL AUTOR/A