Estamos, queda visto, frente a una insolente “guapeada” más del líder azteca, que aún está por verse si se cumplirá, o no.

La importante consulta popular mexicana que fuera recientemente convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre la posibilidad de investigar por corrupción a sus más recientes ex presidentes fracasó inocultablemente. Tan sólo el 8% de quienes estaban habilitados a votar concurrieron  hacerlo. Casi nadie, entonces. Como si hubiera una suerte de resignación acerca de que efectivamente no es posible librarse del azote de la corrupción, que todo lo inunda.
 
Ante ello, el mencionado presidente mexicano anunció sorpresivamente que, a fines del mes de marzo del 2022, someterá su propio mandato a un referendo de confirmación o de rechazo, desafiando al propio tiempo a la oposición a agruparse para intentar así sacarlo del gobierno de México.
 
Estamos, queda visto, frente a una insolente “guapeada” más del líder azteca, que aún está por verse si se cumplirá, o no.
 
A la que agregó, como era de esperar, una nueva batería de ataques contra los medios, exactamente como en nuestro país. El mismo libreto con olor a Cuba, entonces.
 
A Alberto Fernández no se le ocurrió, en modo alguno, imitar ese llamado, ofreciendo -él también- a los argentinos la posibilidad de terminar una gestión que claramente es idónea, antes de que ella genere aún más destrozos a nuestro muy sufrido país. Seguramente consciente de que sería ampliamente repudiado. Para la historia, por cierto.
 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.