Política

La masacre sirio-iraní de políticos en el Líbano

La “reducción” – tanto física como política – de la mayoría en el Parlamento libanés se inició tan pronto como salía elegida la Asamblea, en la primavera de 2005. La oposición libanesa a Assad y Hezbolá obtuvo originariamente 72 escaños de las 128 plazas.

Walid Phares
Con el asesinato del diputado libanés Jebran Tueni en diciembre de 2006, meses después del asesinato de los líderes políticos George Hawi y Samir Qassir durante el verano, la estrategia del terror sirio-iraní levantó la sangrienta veda de la caza al Parlamento libanés elegido democráticamente. Tras la retirada de las fuerzas sirias regulares del Líbano en abril de 2005, Bashar Assad y sus aliados en Teherán diseñaron una contraofensiva (que describí entonces y más adelante) encaminada a tambalear la Revolución de los Cedros. Uno de los principales componentes de la estrategia era (y sigue siendo) el uso de todos los activos de los servicios de Inteligencia y seguridad de Siria e Irán en el Líbano para “reducir” la cifra de representantes que constituyen la mayoría anti-Siria del Parlamento. Tan simple como eso: asesinar a cuantos miembros sea necesario para decantar la mayoría cuantitativa en la Asamblea Legislativa. Y cuando se haga eso, el gobierno Seniora se vendrá abajo y se constituirá un gabinete encabezado por Hezbolá. Además, si la guerra del terror asesina a otros 8 legisladores, el resto del Parlamento puede elegir un nuevo Presidente de la República, que dispondrá al país bajo la tutela del régimen Assad.

Tan increíblemente salvaje como pueda parecer esto en Occidente, el genocidio de los legisladores del Líbano a manos del régimen sirio y sus aliados es “muy corriente” en la cultura política baazista (y ciertamente en la jihadista). Durante los años 80, Saddam Hussein ejecutó a un gran segmento de la Asamblea Nacional de su propio Partido Baaz con el fin de mantener intacto su régimen. A lo largo de la misma década Hafez Assad erradicaba sistemáticamente a su oposición política, tanto dentro de Siria como por todo el Líbano de ocupación siria, con el fin de garantizar su control sobre los dos países “hermanos”. De modo que venir ordenando desde el otoño del 2004 el asesinato de sus contrincantes políticos por parte de Bashar con el fin de perpetuar su dominio sobre el pequeño “imperio” baaz no es un suceso tan sorprendente: es el procedimiento estándar de Damasco desde 1970.

Y para “alcanzar” estos objetivos, la junta de Siria tiene todo un abanico de herramientas y activos dejados atrás en el Líbano. En primer lugar, la gigantesca red del servicio de Inteligencia de Siria profundamente enraizada aún en el pequeño país; en segundo lugar el poderoso Hezbolá financiado por Irán, con su letal aparato de seguridad; en tercer lugar, los grupos controlados por Siria dentro de diversos campamentos palestinos procedentes de diversos contextos ideológicos, incluyendo baazistas, marxistas, y hasta islamistas como Fatáh al Islam; en cuarto lugar, los simpatizantes pro-Siria y de Hezbolá “dentro” del ejército libanés, así como las unidades regulares y los servicios de seguridad bajo el control aún del General Emile Lahoud; en quinto lugar, las milicias y organizaciones satélite controladas a distancia por el servicio de Inteligencia sirio, como el Partido Nacional-Socialista de Siria; y en sexto lugar, los agentes introducidos dentro de grupos políticos que gravitan alrededor de Damasco, como los de Sleiman Frangieh, Michel Aoun o Talal Arslán. En pocas palabras, el eje sirio-iraní dispone de todo un abanico de activos de seguridad e Inteligencia del que puede elegir a voluntad los autores materiales más apropiados para cada una de las “operaciones de derribo”. El régimen Assad dispone de “sus propios operativos” sunníes para matar a los sunníes, dispone de cristianos para matar a los cristianos, de drusos para eliminar a los drusos, y dispone de todos los recursos del terror de Hezbolá para obstruir el gobierno del Líbano y finalmente derrocarlo.

La “reducción” – tanto física como política – de la mayoría en el Parlamento libanés se inició tan pronto como salía elegida la Asamblea, en la primavera de 2005. La oposición libanesa a Assad y Hezbolá obtuvo originariamente 72 escaños de las 128 plazas, una mayoría confortable para reanudar la “liberación” del país de la ocupación y el terrorismo. En diciembre de 2006, un coche-bomba mataba al diputado Jebran Tueni, reduciendo la mayoría a 71. Aunque rápidamente fue reemplazado por su padre Ghassán, la avanzada edad del segundo y su reticencia a proseguir el mismo activismo anti-terrorismo supone un punto negativo en la batalla general. En enero de 2006 un diputado de la mayoría, Edmond Naim, fallece de causas naturales. La revolución anti-Cedros fuerza las cosas metiendo a Pierre Daccache, “neutral” en principio, pero esencialmente cercano a Hezbolá y aliado de Michel Aoun. En aquel momento, la mayoría tiene 71 escaños. En diciembre de 2006, el diputado de la mayoría Pierre Gemayel es asesinado por agentes sirios. La cifra de diputados dedicados a su labor cae a 70. Hace unas cuantas semanas, las amenazas sirias procedentes del norte obligan al diputado Alawi a abandonar la mayoría, reduciendo la cifra a 69. El asesinato ahora del sunní Walid Eido, feroz contrincante del régimen sirio, reduce la cifra de diputados a 68. 4 asesinatos más y la mayoría parlamentaria colapsará, devolviendo el poder terrorista de Ahmedinijad y Assad a las costas del Mediterráneo Oriental. ¿Qué se puede hacer para detener la masacre de legisladores en el Líbano y sus dramáticas consecuencias? El Consejo de Seguridad de la ONU, en virtud de las resoluciones 1559 y 1701, debería intervenir masivamente ordenando y supervisando los siguientes pasos:
a)Poner a cada uno de los 68 diputados restantes bajo protección internacional directa. Una fuerza de seguridad internacional especial sería despachada al Líbano, reuniría a los legisladores en peligro en una o varias ubicaciones protegidas, y más tarde los escoltaría para que llevasen a cabo sus deberes constitucionales.

b)Solicitar al gobierno libanés de Seniora la convocatoria de elecciones legislativas apropiadas en los distritos de Matn y Beirut con el fin de reemplazar a los diputados Gemayel y Eido asesinados. Enviar observadores de la ONU a supervisar estas elecciones.

c)Solicitar al Parlamento libanés la elección de un nuevo Presidente durante el periodo constitucional que comienza en agosto, y escoltar a los 68 diputados en peligro (mas los dos recién elegidos) hasta la ubicación de las elecciones presidenciales y proporcionar seguridad durante el proceso de votación.
Al hacerlo, el Consejo de Seguridad de la ONU estará implementando sus propias resoluciones, asistiendo el proceso democrático en el Líbano, y combatiendo el terrorismo con el poder del pueblo del Líbano. Para cuando un nuevo Presidente electo salga elegido democráticamente en el Líbano, el camino – aún muy difícil y peligroso – hasta la democracia se abrirá.

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