Me parece que hacen falta pocas encuestas para comprobar la intensidad de la crisis.
Algo no cuadra. Mientras Zapatero, contestando a Rajoy en el Congreso de los Diputados, dice que la renta per cápita de los españoles es superior en 2009 a la de 2004 en 3.600 euros, “les guste o no les guste” remata el presidente del Gobierno, como si el problema fuera gustativo y no un drama social, Cáritas, que de verle la cara a la crisis a todas horas y en todo tiempo sabe bastante más que Zapatero, prestó ayuda de primera necesidad (alimentación, higiene, agua o luz) a casi 800.000 personas en España en 2009, el doble que en 2007, según la última memoria de esta organización católica y solidaria. Por su parte, según la reciente encuesta de Presupuestos Familiares 2009, elaborada por el INE, las familias españoles disminuyeron los gastos recortando en la cesta de la compra, transporte, vestido o calzado.
Me parece que hacen falta pocas encuestas para comprobar la intensidad de la crisis. Basta mirar alrededor de cada uno para darse cuenta de su crudeza. Lo que es incomprensible es que esa evidencia se niegue decretando por el Gobierno una situación irreal, un estado de la economía familiar, de la renta personal y del bienestar que, sencillamente, no existe, que no se percibe, que no luce por ninguna parte.
El empeño oficial por maquillar la escasez de recursos familiares, la penuria creciente de tantos ciudadanos, el pesimismo justificado y colectivo, la carestía patente, las privaciones impuestas, el aprieto gradual, las primeras necesidades desatendidas, choca frontalmente con el riguroso muro de la realidad.
Somos cada vez más pobres por más que conservemos el abrigo casi nuevo de hace dos años. La primera necesidad de un Gobierno es reconocer la dificultad, calibrar su hondura, decir la verdad sin ninguna cosmética y combatirlo con las armas de la eficacia, la protección social y la generación de confianza para darle la vuelta a la tortilla.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR