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La Princesa del Pueblo de Zapatero

La democracia, en su grandeza casi infinita, no invalida las opciones de Belén Esteban ni de nadie.

Lo menos sorprendente es que una petarda como Belén Esteban pueda sacar más votos en unas elecciones generales que Izquierda Unida. Eso no tiene ningún mérito. Tal como está el patio político comunista en España, hasta mi sobrino el pequeño sería capaz de superarles en las urnas.
Lo verdaderamente llamativo y desapacible es que una cadena privada de televisión plantee una encuesta de opinión con la disparatada posibilidad de votar a Belén Esteban y que haya tanta gente dispuesta a manifestar su preferencia por este personaje ante la pregunta, imagino, de quién administraría mejor la cosa pública. El planteamiento es, por sí solo, demoledor, decepcionante, retrato de una sociedad enferma, escarnio de la peor imagen que se pueda ofrecer.
La democracia, en su grandeza casi infinita, no invalida las opciones de Belén Esteban ni de nadie para, aceptando las reglas, usar sus mecanismos y representar a los ciudadanos. Reconozco que mientras lo escribo se me caen los palos del sombrajo sólo de imaginar que se haga realidad semejante alternativa. Pero lo cierto es que la dama se beneficia, para fabricar el cuento chino de sus aspiraciones políticas, de un ambiente popular degradado, desinflado, desilusionado, escaldado y escéptico como el que vivimos en estos momentos. El caldo de cultivo más adecuado para que crezcan hierbas anormales, iniciativas chuscas y “candidaturas” estrambóticas y grotescas. En Iberoamérica saben mucho de estos “voluntarios”, y en otros puntos menos distantes de nuestra frontera también afloran, de vez en cuando, proyectos de un marcado perfil excéntrico, borroso o guasón, que no deparan nunca nada bueno.
Zapatero tiene su Princesa del Pueblo como otros “artistas” tienen musas que les soplan la inspiración. Lo lamentable es que la Princesa tiene corte, tribunas y expectación. Hasta que se desinfle el globo y todo nos parezca un colosal ridículo, una pesadilla, un monstruo de plástico. Como Zapatero.

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