La Ronda de Doha sigue siendo la mejor ayuda para la mayoría de los consumidores occidentales y las poblaciones de los países pobres que más se esfuerzan
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Lunes, 02 de diciembre 2024
La Ronda de Doha sigue siendo la mejor ayuda para la mayoría de los consumidores occidentales y las poblaciones de los países pobres que más se esfuerzan
Si pregunta usted a cualquier líder occidental, seguramente no encontrará ninguno que ponga en duda el comercio como factor de riqueza. Sin embargo, las respuestas de los políticos son diferentes cuando se profundiza. Consideran que los alimentos están por las nubes, pero no quieren que los productores de los países pobres exporten libremente lo que cosechan. Piensan que hay que contribuir a liberalizar la inversión extranjera en China (sobre todo si procede de los países donde gobiernan), pero imponen aranceles y contingentes a sus textiles.
En estos momentos, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice acaba de proponer, para calmar la inflación y el desabastecimiento que está provocando la demanda de las naciones emergentes (sobre todo China e India), que se avance en la firma de la Ronda de Doha. Esto no es otra cosa que decir que inflación de los alimentos no debe resolverse subiendo el precio del dinero, sino incrementando la competencia entre los agricultores occidentales y los que trabajan en los países poco desarrollados. En el caso europeo esta política sería especialmente acertada si se quiere hacer la cuadratura del círculo de contener la inflación sin tocar los tipos de interés.
Desafortunadamente, los líderes occidentales no han demostrado ningún compromiso realmente sólido para llevar a buen término la Ronda de Doha. Es más, las pocas iniciativas en este sentido, como el área de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos, se han ido rechazando una tras otra. Los grandes perdedores son los consumidores occidentales, particularmente los menos favorecidos, y aquellos países pobres que han logrado ordenar sus cuentas y sacarles el mayor partido a sus recursos.
El comercio libre de los productos alimenticios es, más que nunca, una necesidad urgente. Sin embargo, nunca ha estado tan lejos de la agenda de la mayoría de los políticos occidentales.
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