Política

Panorama complicado en las elecciones uruguayas

“…Las encuestas sugieren que la carrera electoral no solamente es sumamente pareja, sino que muestra una diversidad de candidatos que se disputan el favor popular…”

Falta algo menos de un mes para que los uruguayos, el próximo 25 de octubre, concurran -como siempre, pacífica y masivamente- a las urnas para elegir allí al candidato que reemplace al Presidente Tabaré Vázquez, así como decidir la nueva conformación de su Congreso Nacional. Las encuestas sugieren ahora que la carrera electoral no solamente es, como se esperaba, sumamente pareja, sino que -lejos de polarizarse- muestra aún una diversidad de candidatos que se disputan, fervorosamente, el favor popular.
 
En rigor, los dos principales (por más populares) candidatos o están estancados (en el 45%), como le sucede al Frente Amplio, la agrupación de la izquierda; o están cayendo en las preferencias (del 37, al 32%), como ocurre con el tradicional Partido Nacional. Mientras tanto, la intención de voto de los partidos minoritarios, como es el también tradicional Partido Colorado, creció del 8 al 11%, así como la del Partido Independiente pasó, a su vez,  del 1 al 2%.
 
Para hacer las cosas más difíciles de anticipar aún, los llamados votantes “indecisos”, en lugar de disminuir, están también estancados en el 7%, porcentaje que los puede transformar en árbitros de una elección que aparece como sumamente apretada, pese al cansancio que muestran frente a una campaña cuyo tono ha virado en dirección a la agresividad y la confrontación.
 
No obstante, se sugiere que habría entre ellos un 3% que se inclinaría por votar contra todo, “en blanco”. Estos no son, entonces, indecisos. Son desconformes o “anti-sistemas”, en todo caso. Pero, como en Uruguay el voto es legalmente obligatorio, tendrán -de todas maneras- que concurrir a votar.
 
Encuestados que son, los indecisos dicen que creen, en un 40%, que “Pepe” Mugica será el ganador. Esto supondría que el Frente Amplio, esto es la agrupación de la izquierda, hasta ahora moderada, retendría el poder en el Uruguay. Pero cedería el comando hoy en manos de un hombre reconocido por su serenidad, como el actual Presidente Tabaré Vázquez, a uno que ha sido uno de los hombres claves dentro del movimiento Tupamaro, que (desde el terrorismo) asolara a Uruguay en la década de los 70 cometiendo toda suerte de “crímenes de guerra” durante el conflicto armado interno, que para el derecho internacional no son otra cosa que “crímenes de lesa humanidad” perpetrados durante ese conflicto. Tremendo. Pero Uruguay puede elegir como Presidente a un hombre con ese perfil, por su carisma y simpatía, por su boca suelta, sin pensar en lo que ello significaría, para el país y para el mundo, atento sus responsabilidades “setentistas”.
 
 
No obstante, hay algo que ciertamente parece claro: el próximo gobierno será o del Frente Amplio o del Partido Nacional (los Blancos). Y hasta ahora, claramente en una segunda vuelta. Ocurre que tanto José (“Pepe”) Mugica, como Luis Alberto Lacalle han cometido recientemente errores grandes, de aquellos que no pueden pasar desapercibidos. Tan es así, que los de Mugica han sido calificados de “estupideces” por el propio Tabaré Vázquez.
 
En cambio, los candidatos de los partidos más chicos se han mantenido fuera de los “roces” y de transitar las “zonas de peligro” en el discurso público. De allí que hayan crecido algo en las encuestas. Los colorados creen que treparán de aquí en más hasta el 15% y los independientes que llegarán al 3%, de manera que Pablo Mieres podría llegar al Senado. Si esto ocurriera, Mugica estaría en peligro de ser derrotado, en segunda vuelta, claro está.  
 
Esta situación transforma a las últimas semanas de la campaña en absolutamente decisivas. Mugica deberá extremar su cuidado en no repetir errores groseros. “Flotar”, entonces. Calladito, de ser posible. Lacalle, por su parte, deberá encontrar la manera de recuperar el impulso que parece haber perdido. Para ello deberá presumiblemente arriesgar y, precisamente por ello, hacer equilibrio entre el empuje y la necesidad de evitar nuevas críticas. Nada fácil. En esta línea, los opositores están acusando al gobierno de izquierda de haber designado miles de nuevos funcionarios públicos de manera poco transparente, favoreciendo (antes de irse) a muchos de sus partidarios.
 
El principal “ejecutor” de esta “política” sería Jorge Vázquez, hermano del Presidente. Malo, pero no novedoso. En todo caso, más de una de las enfermedades políticas más conocidas y patéticas de la región, la del “favoritismo clientelista”, que se practica sin ninguna transparencia, esto es en un marco de profunda “oscuridad” y recurriendo para ello -con frecuencia- a contrataciones con fondos provistos por organismos internacionales, cuya contabilización suele ir “por fuera” de los presupuestos regulares y hasta de la contabilidad normal del gasto público.
 
La izquierda regional es, desgraciadamente para ella, igual de irrespetuosa de la moral pública y proclive a la corrupción que lo que han sido en el pasado algunas fuerzas tradicionales de la política. La derrota del Frente Amplio sigue siendo, entonces, una alternativa posible. Algo menos probable que hace tres meses, no obstante.
 
De ocurrir, abriría la puerta a un esperado “giro” de la región (hoy claramente dominada por la paralizante actitud de buena parte de la izquierda regional que, embobada, mira la paranoia desplegada desde Caracas con complacencia) hacia el centro, que seguramente será consolidado luego por el posible triunfo del centrista Sebastián Piñera en Chile, en segunda vuelta, el 17 de enero próximo y seguido, presumiblemente, de una casi segura derrota del “Partido del Trabajo” de “Lula”, en Brasil y, luego, en el 2011, por la ya inevitable caída del patológico régimen de los Kirchner, en la República Argentina, ejemplo de uno que, autoritario, vive sumergido en una ola de acusaciones de corrupción que, no obstante, intenta navegar manipulando groseramente la ley y la justicia, como no había sucedido nunca hasta ahora en la Argentina. Esto, mientras Cristina Fernández de Kirchner recorre -encantada- los escenarios del mundo ante una audiencia siempre cautiva, pontificando -incansable, arrogante y mendazmente- en actitud que, para una Argentina que hoy sabe como realmente es ella, proyecta una imagen patética que le ha generado un enorme porcentaje de rechazo popular, tan inédito como ilevantable.
 
 
 
 
Emilio Cárdenas, Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

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