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El Papa Francisco beatificará a una religiosa peruana

El Pontífice romano ha decidido beatificar a una humilde y ciertamente admirable monja peruana que fuera asesinada, en 1990, por elementos del violento movimiento peruano maoísta, Sendero Luminoso.


El Papa Francisco puede reclamar para sí mismo una característica tan rara como distintiva, ciertamente no compartida con ninguno de sus antecesores en el Pontificado romano: porque es el único Papa de la historia que, curiosamente, ha pertenecido al “peronismo” militante.

En efecto, el Papa actual se enroló en la llamada “Guardia de Hierro”, uno de los muchos rincones políticos activos de quienes alguna vez se encandilaron con el controvertido varias veces presidente argentino, Juan Domingo Perón, un líder autoritario con ideas retrógradas inspiradas esencialmente en el fascismo italiano. Este hecho, realmente sorprendente, genera en algunos, al menos en la Argentina, alguna previsible cuota de desconfianza en el Pontífice.

Por esto, celebro enormemente que ahora el Pontífice romano haya decidido beatificar a una humilde y ciertamente admirable monja peruana que fuera asesinada, en 1990, por elementos del violento movimiento peruano maoísta, Sendero Luminoso.

Se trata de María Agustina Rivas López, a la que en su momento llamaban, cariñosamente: “Aguchita”, perteneciente a la humilde congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor.

Ella pasó muchos años misionando abnegadamente en torno a la tribu amazónica Ashaninka, que en su momento fuera perseguida por algunos inescrupulosos explotadores del caucho, que destruyeron buena parte de su “hábitat” natural boscoso y los sometieron a tareas agotadoras en condiciones inhumanas, en la que fuera, según muchos, una suerte de dura “semi-esclavitud”.

“Aguchita”, una mujer absolutamente ejemplar, se ocupó, muy especial y primordialmente, de sus más desamparadas integrantes femeninas, a las que auxilió y acompañó de cerca, con conducta y dedicación santas. Muy pronto, ella estará en nuestros altares, con la luminosa aureola de beata que le corresponderá. Para celebrar, es obvio.

 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 
 

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