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El Poder Judicial de Francia castiga severamente los ataques a sus policías

Los tribunales penales franceses que juzgan los delitos que fueron cometidos por los “menores” de edad de ese país contra las autoridades policiales en algunas recientes refriegas callejeras, han emitido ya condenas bien severas. Ejemplares, entonces.


En efecto, en una “refriega-batalla campal” acaecida en el 2016 en Viry-Chatillon (en Grande Borne, concretamente) cinco de los trece menores que fueran acusados específicamente de agredir con violencia inusitada a los policías, han sido condenados a cumplir penas muy duras, de uno a dieciocho años de reclusión. Ocho resultaron, entonces, absueltos. Para algunos, en demostración de “exceso de clemencia”.

Ocurre que los atacaron cuando los guardianes del orden estaban sentados dentro de sus respectivos vehículos policiales, arrojándoles al interior de esos automóviles bombas “Molotov”, instantáneamente incendiarias. Y disparándoles con improvisados morteros, con los que apuntaron, desde muy cerca, contra sus cuerpos y rostros. Causándoles de esa manera daños de mucha gravedad.
Se trata de actos de agresión inusitados e imperdonables, casi con independencia de la edad de sus autores. De allí la severidad de las penas impuestas correctamente.

Los policías que actúan dentro de las pautas reglamentarias que les corresponden no pueden, ni deben, nunca, ser víctimas inocentes, ellos mismos, de la violencia.

Es el deber primario de todos el de proporcionarles una debida y adecuada protección y darles la seguridad de que no serán jamás abandonados a su propia suerte.

En Francia, queda visto, esto se comprende bien.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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