Acaban de decidir comenzar a censurar a las “redes sociales”· “a lo chino” y está tomando las medidas estructurales necesarias para poder hacerlo muy pronto.

En China, el Estado controla férreamente las redes sociales. Y censura así a todos sus contenidos, por cierto. Con una tecnología avanzada, que le permite conocer -en tiempo real- lo que efectivamente circula por esas redes.
 
En Rusia las cosas son algo distintas. Un poco menos graves, quizás. Por el momento, al menos. Porque los inconvenientes técnicos para censurar efectivamente son allí bastante mayores que en China.
 
Pero lo cierto es que Rusia acaba de decidir comenzar a censurar a las “redes sociales”·“a lo chino” y está tomando las medidas estructurales necesarias para poder hacerlo muy pronto.
 
Ocurre que por el llamado “espacio cibernético” circulan quejas y protestas, así como denuncias. Voces disidentes y opiniones distintas, que son intolerables para la actual dirigencia política rusa, claramente autoritaria.
 
Por ahora, los rusos están sólo “desacelerando” a Internet. Para identificar y remover aquellos contenidos que el gobierno no permite. Como los llamados a través de los cuales se convoca frecuentemente a protestar en las calles de las ciudades rusas. O los que –increíblemente- llaman a los jóvenes a suicidarse…
 
Hay pronto elecciones parlamentarias en el radar ruso: las que tendrán lugar en septiembre venidero. Para un Vladimir Putin que planea gobernar autoritariamente por lo menos hasta el año 2036, la próxima elección es toda una prueba. O el primer gran obstáculo a superar. Y el torpe intento de asesinato del valiente dirigente opositor Alexei Navalny es absolutamente indigerible para el gran público ruso. Y para cualquiera, por cierto.
 
Putin es acusado de “vividor” (a la manera grandiosa de los Zares) y de procurar permanecer encaramado en lo más alto del poder el tiempo más largo posible. Y, con ese objetivo de largo plazo en mente, de multar y castigar a los sitios de las redes sociales que no se pliegan a sus ambiciones de controlar el enorme flujo de información que circula por ellas. Lo que ya es bien evidente. Un proceso lento, de más y más restricciones a las libertades personales rusas se ha vuelto entonces a poner aparentemente en marcha.
 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.