Cuando Javier Milei asumió el cargo hace un año, los escépticos vieron tres riesgos potenciales. Uno, podría tomar un giro autoritario, subvirtiendo la democracia liberal. En segundo lugar, su agenda libertaria podría estancarse bajo las limitaciones de un Congreso controlado por la oposición y sindicatos poderosos y socialistas, que su agenda libertaria se estancaría. Tres, el dolor de la terapia de choque destruiría su base popular, dejándolo políticamente neutralizado.
Ninguno de esos temores se ha materializado. A pesar de la retórica combativa de Milei y algunas maniobras políticas que lo han visto coquetear con miembros desagradables de la “casta” política o judicial que desprecia, Milei ha operado en gran medida dentro de las normas democráticas. Ha logrado avances significativos en las reformas fiscales, monetarias y desregulatorias, advirtiendo a los argentinos desde el principio que serían necesarios sacrificios para deshacer décadas de mala gestión económica. Las encuestas muestran que, a pesar de las dificultades, la mitad del país todavía lo apoya.
Es posible que no te seduzcan sus explosiones verbales o que lo consideres un modelo de etiqueta, pero Milei ha capturado la imaginación del mundo con la primera parte de su revolución libertaria y ha dado algunos resultados impresionantes. En apenas un año, su gobierno convirtió un déficit fiscal del 15% del PIB (si sumamos el 5% del Tesoro y el 10% del Banco Central) en superávit, redujo el gasto público en un 31% y redujo la inflación mensual a una décima parte de sus niveles anteriores. Las claves de estos logros han sido detener la impresión de dinero del banco central, lo que llevó a canjear el exceso de pasivos por deuda del Tesoro y abordar el inflado sector público argentino.
Su administración también está sentando las bases para la privatización y la inversión. Utilizando amplios decretos, una ley ómnibus y un ministerio encargado de reducir la burocracia, Milei ha comenzado a liberalizar la economía. Los primeros signos de recuperación son visibles: el crédito privado está creciendo y gigantes mineros como BHP y el canadiense Lundin Group están invirtiendo en Argentina. Las previsiones prevén un crecimiento del PIB del 4% al 5% en 2025.
Como predijo Milei, el dolor social ha sido considerable. El desempleo ha subido al 8%, en parte porque Milei congeló las obras públicas (aunque la gran economía informal de Argentina hace que las cifras oficiales de desempleo sean menos relevantes que en otras partes del mundo). El gasto de los consumidores ha bajado un 20% y los pensionistas han visto cómo sus ingresos se quedan rezagados con respecto a la inflación. Sin embargo, el optimismo está creciendo y deberíamos ver un cambio de tendencia el próximo año.
Una amnistía fiscal ha devuelto 20.000 millones de dólares al sistema. A medida que las reservas de divisas se estabilizan, los temores de una gran devaluación —y una renovada inflación— se están desvaneciendo. El dólar del mercado negro y el dólar oficial han convergido, y el banco central ha aumentado sus reservas de divisas (aunque algunas son parte de un acuerdo de intercambio con China y no están disponibles para uso discrecional). Los incentivos para atraer capitales incluidos en la ley general deberían ayudar a atraer capital extranjero a diversas industrias tan pronto como terminen los controles cambiarios y de capital. Milei heredó tales controles y se mostró reacio a eliminarlos antes de que sus programas de estabilización llegaran a buen término.
Persisten grandes desafíos, entre ellos $44.000 millones adeudados al FMI y casi $15.000 millones en pagos de deuda que vencen el próximo año. Aun así, Milei espera que 2025 traiga suficiente éxito económico para asegurar una mayoría en el Congreso después de las elecciones intermedias. Hasta ahora, Milei ha contado con los votos del partido del expresidente Mauricio Macri, algunos de los miembros de un partido de centroizquierda y algunos peronistas razonables (¡existen!) para obtener victorias esporádicas en el Congreso. Su gran apuesta es que 2025 traerá suficientes buenas noticias como para poder construir una mayoría sólida después de las elecciones de mitad de mandato a finales del próximo año. Si lo hace, la revolución libertaria se adelantará a toda velocidad. El mundo está mirando.