América, Política

La elección como oportunidad de castigo a Alberto Fernández y a su mandante, Cristina Fernández de Kirchner

La próxima elección nacional intermedia de la República Argentina se las trae.


 
 
Es mucho más de lo que, en superficie, parece. Puede hasta ser una manera de comenzar a desterrar, con paso firme, la corrupción de la política argentina.
 
Ocurre que una dura derrota del oficialismo, que a estar a las encuestas de opinión no es un imposible, significaría que la pretensión de impunidad (y no devolución de los sustanciales fondos ilegales percibidos aparentemente por la vice-presidente) se quedaría casi sin posibilidades y los jueces que ya intervienen en los procesos que están en marcha tendrían un respaldo ex ante, del que hoy carecen.
 
Por eso son bien importantes. Trascendentales, entonces. De allí la alarma del gobierno y de sus todavía fieles seguidores.
 
Cuando se acerca el momento de votar, la gente dice tener asco, bronca e indignación. Con toda razón, según es bien evidente. Para muchos, la conducta de Alberto Fernández y Fabiola Yáñez conformó una tremenda inmoralidad. Para otros, además, conformó un delito. Para casi todos, ha sido un grave error.
 
No es, por ello, demasiado sorprendente que sólo un 27% de los encuestados apruebe la conducta y la gestión de Alberto Fernández, uno de los presidentes claramente menos idóneos de toda nuestra historia.
 
Veremos si las urnas reproducen el profundo mal humor público, hoy prevaleciente.
 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 
 

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