El actual presidente de Perú, Pedro Castillo, como era ciertamente previsible, hoy lucha denodadamente por su propia supervivencia.

Mientras esto sucede, nada menos que el 74% de los peruanos desaprueba abiertamente su “gestión” y se inclina a reemplazarlo a través de nuevas elecciones, tanto en caso de que desde el Congreso se declare su vacancia por “incapacidad moral”, como en el supuesto de una eventual renuncia.

Está claro que Castillo no tiene uñas para la compleja guitarra que hoy tiene en sus manos. En rigor, sólo un 25% de los peruanos dice aprobar su actuar. Muy pocos, por cierto. Y un 56% cree que para castillo es hora ya de renunciar, sin más demoras. Porque está dañando seriamente al Perú con su evidente falta de idoneidad.

Ni Nicolás Maduro sale en su auxilio. El dictador venezolano sostiene que Castillo forma parte de una izquierda a la que califica duramente de “fracasada y cobarde”.

Mal momento para Pedro Castillo y peor para el Perú, que no se merece estar en manos de un aventurero, sin capacidad alguna para gobernarlo.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.