Pensamiento y Cultura, Política

Níger enfrenta al hambre y a la indiferencia de la comunidad internacional

La agencia de ayuda humanitaria de la Organización de Naciones Unidas (ONU) estima que unos 800 mil niños menores de cinco años sufren de hambre, entre ellos 150 mil que padecen una desnutrición grave. Las advertencias han surgido desde hace meses. “Níger es la mayor y más incontrolable emergencia humanitaria” a la que la ONU se enfrenta, admitió dijo el jefe de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, Jan Egeland.

Naciones Unidas alertó hace meses de las necesidades humanitarias del país africano
En marzo pasado otra solicitud de 16 millones de dólares sólo consiguió un millón. Y la más reciente, de 30 millones de dólares el 25 de mayo, ha recibido como respuesta unos 10 millones. Las donaciones se incrementaron bastante la semana pasada debido a la creciente atención de los medios de prensa y a la difusión de imágenes con niños hambrientos, dijo el jefe de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, Jan Egeland.

“Níger es la mayor y más incontrolable emergencia humanitaria” a la que la ONU se enfrenta, admitió Egeland, que señaló que “pese a nuestra alertas tempranas, se ha convertido en una completa catástrofe”. Egeland estimó que miles de niños están muriendo en Níger.

La situación en Níger es tan desesperada que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la organización “Save the Children” anunciaron esta semana en Roma que enviarán vuelos humanitarios con 23 mil toneladas de alimentos para intentar paliar el hambre de más de 80 mil personas. Pero la necesidad es grande y creciente en esta nación desértica que figura entre las menos desarrolladas del mundo.

Níger tiene 12 millones de habitantes, está situado en el corazón del Africa subsahariana y es fronterizo con Chad, Nigeria, Togo, Mauritania y Libia, y es tres veces más grande que España, pero sólo el 4 por ciento de sus tierras son cultivables. Hace una semana el relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, dijo que en Níger la situación de hambre es tal que sus habitantes sacan el grano de los hormigueros y comen raíces y frutos tóxicos tras haberlos hervido varios días.

Naciones Unidas alertó en noviembre 2004 de las necesidades humanitarias del país africano, una crisis que actualmente se ha agravado dejando un saldo de cerca de 2.5 millones de personas en el umbral de la pobreza.

La ola de langostas del año pasado y una subsecuente sequía dejaron 2.5 millones de personas en Níger muy necesitadas a alimentos, lo cual ha generado una falta de reservas y hambre en otras partes de la región del Sahel, la zona semiárida al sur del Sahara, dijo la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).

Ayuda desde España

El gobierno español, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) ha aportado en los últimos meses un total de cuatro millones de euros en la lucha contra la plaga de langosta del desierto en los países del Sahel. Las principales ayudas se han destinado a Marruecos, Mauritania y Senegal.

La zona africana del Sahel lleva meses luchando contra la plaga de langosta. Para ello ha recibido ayudas por parte de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) mediante el apoyo directo a los gobiernos afectados, a ONGD que trabajan en la zona o con aportaciones a la FAO.

“Entre enero y junio hemos recibido a 10.000 menores con desnutrición severa”, dice Bernoit Leduc, de Médicos sin Fronteras. “Estas cifras son enormes aún si las comparas con Darfur y Angola. Son gigantescas para una organización como MSF”. Afuera, en el desierto, la gente come hojas de los frágiles árboles que todavía sobreviven.

La tierra prácticamente no ha rendido nada. Aún en los años considerados como “buenos”, las personas obtenían lo mínimo de sus cosechas para sobrevivir. Pero la sequía y la langosta barrieron los cultivos el año pasado. Sólo una de cada diez personas hambrientas han podido llegar a las pocas clínicas que hay. Por eso lo llaman el hambre silenciosa.

La ayuda no resolverá el problema

Níger es el segundo país más pobre del mundo pero muchos analistas se han precipitado diciendo que esta hambruna es otro fracaso rotundo de las reglas del libre mercado internacional. Ese es el eslogan favorito que con la boca chica encubren las agencias de ayuda al desarrollo.

Sin embargo, la historia indica que en todo el siglo XX no se registra ninguna hambruna en país capitalista y democrático alguno. De hecho, la mayoría de las economía africanas están centralizadas y rígidamente comandadas desde las oficinas de gobierno. Las hambrunas más atroces del siglo pasado fuera de África ocurrieron en Ucrania con 10 millones de muertes y en China, con 34 millones. Las dos economías eran comunistas, al igual que la última hambruna de los años recientes, ocurrida en Corea del Norte, y que le costó a la vida a casi dos millones de seres humanos.

La subsistencia de Níger depende de la ayuda internacional y de la exportación de urania que controla un par de empresas francesa, resabio de la era colonialista. Está claro que aquí no se visualiza un sustento para la economía de mercado. Los controles de precio están a la orden del día y la intervención estatal domina todos los sectores de la pobre dinámica económica del país.

Curiosamente, las mayores restricciones al comercio se la imponen sus propios vecinos – Nigeria, Mali y Burkina Faso- a pesar de los tratados firmados a favor de la liberalización del comercio. Si los niños de Níger se mueren es porque son víctimas no sólo de la escasez de granos y una geografía hostil sino también del mercantilismo abusivo de los gobiernos africanos. Antes de echar culpas al viento, habría que recordar a Amartya Sen quien en una obra clásica – Poverty and Famines- ya advertía que las hambrunas siempre van acompañadas de regímenes despóticos, corruptos y cerrados al comercio.

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