América, Política

Señales de peligro frente a las elecciones venezolanas

Más allá de las disputas concretas en materia de soberanía con Colombia y Guyana, Nicolás Maduro podría estar perversamente edificando una “excusa” para no entregar el poder, pese a que su pueblo lo repudia hoy por una mayoría abrumadora.

Presionado por tensas manifestaciones callejeras que amenazaban con transformarse en permanentes, finalmente Nicolás Maduro instruyó discretamente a las autoridades electorales a que fijaran la fecha de las elecciones nacionales intermedias que deben tener lugar este año. Esa fecha es el 6 de diciembre de 2015. Lo más tarde posible.
 
Pero lo cierto es que ya hay fecha, lo que supone el compromiso de organizar las elecciones y el de respetar sus resultados. Como la honestidad de Nicolás Maduro no puede –por cierto- presumirse, y desde que el resultado de las elecciones, en función de todas las encuestas actuales, debiera ser catastrófico para los “bolivarianos”, uno debe estar particularmente alerta respecto de posibles “excusas” que Nicolás Maduro pudiera encontrar y utilizar para tratar de suspender o de dejar sin efecto la decisiva convocatoria electoral.
 
Ocurre que hay ya sobre la mesa una excusa potencial que Nicolás Maduro puede manipular con su perversidad habitual. Me refiero al conflicto fronterizo de soberanía que desde hace muchísimos años Venezuela mantiene con Guyana respecto de la llamada “Franja de Esequibo” que, para Venezuela, pese a la existencia de un laudo arbitral que resolvió el diferendo en favor de Guyana, es una “zona en reclamación”. Lo que quiere decir que Venezuela sostiene que ella es soberana respecto de la región en disputa con el país vecino. Desde hace muchas décadas, cabe señalar, la referida zona en litigio ha estado en manos (esto es, en posesión inequívoca) de Guyana, que naturalmente la ha administrado.
 
Las cosas de pronto se complicaron cuando, hace algunas semanas, un consorcio petrolero encabezado por la “Exxon” e integrado, entre otros, por la petrolera china “CNOOC NexenPetroleum Guyana Limited”, anunció un descubrimiento importante de petróleo, costa afuera. Apto para ser explotado comercialmente. Ante ello, Venezuela, que es el país más rico en reservas de hidrocarburos del mundo, se rasgó las vestiduras y lleno de codicia intimó a Guyana a “deshacer” la relación con las petroleras antes mencionadas, de inmediato. Cosa que, naturalmente, no ha ocurrido.
 
Acostumbrado a vivir en la ilegalidad, desde que su propia asunción como presidente ha estado –de inicio- cuestionada, Maduro piensa que él mismo es el Estado venezolano.Por ello sancionó de un plumazo un decreto en el que “motu proprio” delimitó “zonas operativas” en el Mar Caribe, presuntamente para agilizar los “sistemas de defensa” de su país.
 
Como era de esperar, la definición de esas “zonas” incluye específicamente el rincón del mar en el que se ha producido el descubrimiento petrolero, en jurisdicción de Guyana.
Curiosamente, para hacer las cosas aún más complejas, Nicolás Maduro incluyó también en las referidas zonas a aguas que están claramente bajo la jurisdicción de Colombia. Quizás porque pegarle a Guyana tiene un olor muy fuerte a cobardía y, en cambio, un diferendo fronterizo con Colombia pareciera estar dentro de la “normalidad” bolivariana. Todo esto pensando en el uso político del diferendo, obviamente.
 
Lo cierto es, que tanto Guyana como Colombia, han rechazado de plano, por absolutamente ilegal, el sorpresivo decreto emitido por Nicolás Maduro. Con toda razón.
 
El presidente venezolano está ya, paso a paso, “calentando” la disputa. Con notas de protesta contra Colombia y Guyana en las que –como suele hacer- se victimiza descaradamente. Colombia ha manifestado su deseo de consensuar una solución, sujeto a que Venezuela adopte las medidas necesarias para “corregir” el abusivo decreto 1787, del 26 de mayo pasado, aquel que unilateralmente definiera las “zonas operativas” mencionadas más arriba.
 
Mientras tanto, Nicolás Maduro ha comenzado a agitar el fuelle del nacionalismo venezolano respecto de la “zona de Esequibo”, que representa nada menos que los dos tercios del territorio de Guyana. De triunfar Venezuela en la disputa, Guyana se transformaría en un país “pigmeo”, lo que parece prácticamente imposible.
 
Pero un “diferendo” con Colombia es distinto. Para Nicolás Maduro, Colombia es el enemigo. Por definición. Con un modelo económico distinto, Colombia es un ejemplo de éxito en la gestión pública. Venezuela, abrazada al perimido colectivismo, es un desastre consecuencia de una gestión caprichosa, condenada al fracaso desde el inicio, que siguió adelante por obsecadarigidez ideológica. Como Cuba, advertida que fuera el fracaso, Venezuela fue, no obstante, incapaz de corregir el rumbo a tiempo. Esto es, oportunamente y con decisión. Lo dejó flotar. Y empeorar, profundizándose.
 
Nicolás Maduro está también llevando ahora la discusión con Guyana al ámbito parlamentario. Paso a paso, como dijimos al comienzo, está “calentando” la cuestión.
Para voltear la convocatoria a elecciones que debiera ser el principio del fin de la absurda “era” bolivariana.
 
Nuestra preocupación radica en que, más allá de las disputas concretas en materia de soberanía con Colombia y Guyana, Nicolás Maduro podría estar perversamente edificando una “excusa” para no entregar el poder, pese a que su pueblo lo repudia hoy por una mayoría abrumadora. No se trata de defender su integridad territorial. Sino de aferrarse al poder. No es lo mismo.
 
Respecto de Esequibo, es fácil despertar el apetito de su gente. En juego hay yacimientos de oro, manganeso, diamantes, bauxita, mica, uranio, coltán, bosques y sabanas. También un potencial hidroeléctrico importante, reservas de agua dulce y, ahora, hidrocarburos. Muchos de esos recursos están desde hace rato en explotación pacífica bajo la administración de Guyana,ante un largo silencio venezolano que suena a reconocimiento y aceptación. Hablamos de más de una década ininterrumpida de trabajo. No es poco.
 
 
Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas
 

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