América, Política

Uruguay: no todos los políticos son ´sepulcros blanqueados´

La clase política argentina está enormemente desprestigiada. Entre otras razones, porque busca permanentemente obtener privilegios para ella misma, por encima de todo y de todos.


El mejor ejemplo de ello ha sido (como ocurriera también en el Perú) su repulsivo “saltarse de la fila” y ponerse la vacuna contra el Covid-19, antes que todos los demás. El desprestigio incluye a la izquierda, como lo demuestra la reacción adversa generalizada ante lo sucedido con el cuestionado periodista Horacio Verbistky, quien también se vacunó privilegiadamente, en silencio, postergando a los demás.

En Uruguay, como es de costumbre, las cosas son diferentes. Más decentes.

José (Pepe) Mujica y la senadora Lucía Topolansky acaban de acusar, sin tapujos y diciendo la verdad, a Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, de ser autócratas y autoritarios en su andar. Y a su gobierno de ser corrupto, haberse enriquecido ilícitamente y de buscar “perpetuarse en el poder”. Todo ello, a pesar de “disfrazarse” (mal) de socialista.

Una vez más, una lección para los siempre mendaces políticos argentinos que nos llega, en silencio, desde la margen opuesta del Río de la Plata, la más transparente, por cierto.
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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