El gobierno de Biden desea que los propietarios chinos de TikTok vendan su participación o se enfrenten a una posible prohibición nacional. No es una amenaza infundada; en 2020, la administración Trump obligó a una empresa china a vender la aplicación de citas Grindr.

Cuando ambos partidos concuerdan en algo, los ciudadanos deberíamos desconfiar. Además de la estupidez política de cerrar una plataforma utilizada por casi 150 millones de personas, muchas de ellas jóvenes votantes o potencialmente futuros votantes, el hecho de prohibir TikTok parece unirse al “fascismo insidioso” de prohibir libros en las escuelas. En resumen, una prohibición que probablemente violaría la Primera Enmienda.

La Primera Enmienda no cuenta con una exención para la seguridad nacional, y dado el débil razonamiento ofrecido por los defensores de dicha censura de TikTok, incluso la expresión seguridad nacional debería ir entrecomillada. Sus partidarios afirman que el gobierno chino tiene una gran influencia sobre las empresas en China (cierto) y que la empresa podría verse obligada a entregar los datos de los estadounidenses danzarines a ese gobierno (también es cierto). Sin embargo, si el gobierno chino busca asiduamente datos sobre adolescentes estadounidenses que bailan con frenesí, puede obtenerlos a través de otras fuentes menos protegidas… y lo hace.

La otra acusación que pesa sobre TikTok es que podría ser utilizado por el Gobierno chino para hacer propaganda en los Estados Unidos, recordando los esfuerzos rusos durante los comicios de 2016. No obstante, los estudios parecen cuestionar la eficacia de los esfuerzos de Rusia para asegurar la victoria de Trump. Existen más evidencias de que su triunfo electoral puede atribuirse a la reapertura en el último minuto por parte del director del FBI James Comey de la investigación de la agencia sobre el correo electrónico de su oponente Hillary Clinton, al pago de Trump para mantener en secreto una aventura con una estrella porno y a que Clinton era una candidata poco atractiva. Y como dijo una vez Thomas Jefferson en una república, la desinformación no debería ser censurada, sino que se la podría contrarrestar mejor con la verdad.

El entusiasmo por prohibir TikTok va más allá de la seguridad nacional; ha surgido una animadversión bipartidista similar a la de la Guerra Fría hacia todo lo relacionado con China. Los dos partidos políticos estadounidenses son ahora proteccionistas y les molesta que los Estados Unidos dependan de las importaciones chinas. El establishment de la seguridad nacional estadounidense está preocupado de que la retórica y las acciones de China hacia Taiwán se están volviendo cada vez más agresivas, pero el pésimo desempeño en Ucrania de las fuerzas armadas rusas, supuestamente reformadas tras la Guerra Fría, debería hacer reflexionar al líder chino, Xi Jinping, sobre el hecho de que sus generales también le han estado ocultando los graves problemas de un ejército corrupto insertado en una sociedad autocrática.

Aunque China es un competidor más formidable desde el punto de vista económico, Xi está reforzando el control del gobierno comunista sobre las empresas, la economía y la sociedad chinas. Este acrecentamiento del autoritarismo es malo para el pueblo chino, pero bueno para la seguridad de los Estados Unidos, porque a largo plazo debilitará la economía china y, por tanto, el desafío político y militar para los Estados Unidos.

No obstante, amplios sectores de ambos partidos apoyan la iniciativa del presidente Joe Biden de enfrentarse, a menudo por delegación, tanto a Rusia como a China al mismo tiempo. Por supuesto, existe la posibilidad de que esa doble hostilidad podría resultar en una desacertada guerra en dos frentes con ambas grandes potencias al mismo tiempo. Esta arriesgada política es lo contrario de la del presidente Richard Nixon, que, aunque corrupto, fue hábil en abrir una grieta entre China y la Unión Soviética mejorando las relaciones con ambas.

Tras la indefendible e innecesariamente brutal invasión rusa de Ucrania, actualmente resulta inviable mejorar las relaciones con Rusia, pero China es otra cosa. A fin de introducir una cuña entre los dos países en lugar de unirlos con una hostilidad hacia ambos, la administración Biden debería enfriar la retórica anti-China, señalar una relajación de las relaciones y, luego, realizar el sorprendente cambio de política de reconocer realmente un mayor papel de China en Asia. Este cambio podría incluso reportar dividendos inmediatos al permitir a China ayudar a detener al perro ruso en Ucrania.

Este cambio de política hacia China requeriría que Biden dejara de comprometer verbalmente a los Estados Unidos a defender de manera directa a Taiwán, y que su establishment de la seguridad nacional luego volviese atrás con sus promesas al insistir en que la política estadounidense no ha cambiado. El cambio no requeriría que los Estados Unidos dejen de vender a Taiwán las modernas armas necesarias para ejecutar una “estrategia del puercoespín” tendiente a infligir suficiente daño a las fuerzas chinas como para disuadir un ataque.

El apoyo bipartidista a la prohibición de TikTok ilustra que el sentimiento anti-chino en los Estados Unidos se ha disparado hasta niveles ridículamente peligrosos y que debería ser reemplazado por la aceptación por parte del gobierno estadounidense de una China en auge. Es eso o posiblemente una nueva guerra (fría o caliente) -quizás en dos frentes simultáneos con dos grandes potencias.

Traducido por Gabriel Gasave


Ivan Eland es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.